Las personas al nacer pueden ser de sexo masculino o femenino, lo demás es un invento de los seres humanos —digo seres humanos porque nunca he observado homosexualidad en animales—. Varones y hembras universalmente representan una población semejante o muy aproximada. Es más: Usted puede seleccionar cualquier población al azar y hallará una distribución matemática similar o casi similar en ambos sexos.
Sin embargo, hay bebés que al nacer presentan características de ambos sexos, que es a lo que llaman hermafroditas. Y sobre ese particular Alemania decidió en el 2013 poner “sexo indeterminado” en las actas de nacimiento de esos niños, que con el paso del tiempo mostrarán una inclinación o preferencia hacia un lado o hacia otro.
No lo he confirmado, pero escuché que en New York, uno de los lugares más poblados de Estados Unidos, se empezó a poner “sexo x” a todos los niños que nacen, indistintamente a que sean varones o hembras o excepcionalmente sean hermafroditas. De ser así, es un verdadero disparate porque la gente nace varón o hembra. Lo demás es un invento, un invento que se les respeta a los homosexuales, lesbianas, transexuales y demás, porque la preferencia sexual es un derecho.
Estas naciones poderosas pretenden exhibir modernidad introduciendo aspectos que se contraponen a lo natural. Naciones como Estados Unidos y Alemania, por sus avances científicos, industriales, tecnológicos y culturales, están a la punta de la modernidad y no necesitan estar legalizando distorsiones que estimulen al cambio de un sexo que está definido al nacer la persona.
El caso de Alemania podría justificarse, porque en el hermafrodita hay una indefinición, pero jamás lo que se empezó a hacer en New York.
Diariamente hay quienes deciden cambiar de sexo, sobre todo hombres que transforman en mujeres (nunca podrán reproducir) extirpándoles el pene y construyéndoles una vulva que es un verdadero tollo.
