La carga de ira que acompaña los feminicidios y la violencia de género que lacera a la población es propia de una sociedad crispada, en la que la mujer solo es el blanco.
La mutilación a machetazos de la mano izquierda del señor Eremio Pérez Gómez, de 81 años, por la expareja de una nieta es uno de los muchos sucesos que expone la violencia acumulada en determinados segmentos sociales.
Pérez Gómez, quien se desempeña como maletero en el aeropuerto Las Américas, se había levantado al escuchar los gritos de su nieta que llegó corriendo a la casa cuando sin mediar palabras fue atacado a machetazos por Argelis Roque Medina.
El caso conmueve, pero también llama la atención no solo acerca de la epidemia en que se ha convertido la violencia de género, sino sobre la crispación social. Son muchos los feminicidios que se cometen cada vez con más saña.
El Nacional
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