Resulta de lo bien hecho, es lo aprobado. Así, los malos pensamientos se echan a un lado para dar paso a la prosperidad y a los buenos propósitos. No hay infamia que pueda enfrentarse a la tozuda realidad palpable en innumerables obras construidas en estos últimos años por disposición del presidente Luis Abinader, ya dando frutos en todo el país, incluso en los poblados más apartados. Son amores y no buenas razones.

Citar estas obras nos tomaría mucho tiempo y espacio, además de ser redundante, dado que todas y cada una llega y toca las puertas de cada ciudadano, de cada familia, día a día en todas partes. Ahora, más que nunca, el gasto público impacta en igual proporción a todo el territorio nacional.

Sin distinción ni excepción. Las encuestas colocan al Presidente muy por encima de sus sus contendores. Gallup, una de las más representativas, lo da como ganador con con un 64%, y apenas otorga un 19% y 12% a Leonel Fernández y Abel Martínez, respectivamente.

Resultado, por supuesto, de la constante dedicación e inquebrantable voluntad de un jefe de Estado que ha asumido la responsabilidad de trabajar y servir al pueblo dominicano, consciente del rol que le toca desempeñar. Es lo que hace un presidente de verdad, de carne y hueso, que ve y escucha a su gente. Saberse humano, con los pies sobre la tierra, le da la invaluable virtud y condición de abrazar y estar cerca, atento a cuanto afecta la vida y el porvenir de todos.

El Estado como botín familiar e instrumento de proyección personal es cosa del pasado desde 16 de agosto del 2020.

Con este estandarte, con esta disposición y determinación, con tal valoración y respeto, las condiciones para debatir o discutir ideas y propuestas no pueden ser más auspiciosas. Aún cuando el posicionamiento de nuestro candidato Luís Abinader triplique a sus opositores.

Constituye un gran gesto de humildad y ecuanimidad su propia decisión, de aceptar el debate obviando las incuestionables ventajas que le otorga el favor del electorado dominicano, según todas las encuestas. Reafirma su vocación democrática.