Opinión Articulistas

Vivencias cotidianas de allí y aqui

Vivencias cotidianas de allí y aqui

El Pollito de California, un personaje curioso

John Lane, a quien no le agrada que le llamen así sino “Juan Callejuela”, nació en los Estados Unidos de América, en San José de California, donde vivió hasta los 18 años de edad.

Tras visitar varios lugares de Europa, entró en España por Gerona haciendo autostop. Fue visitando el país hasta que llegó a las “Cuevas de Sacromonte”, Granada, en bicicleta desde Madrid y allí se quedó a vivir, enamorándose de España y de su cultura.

Estuvo dando clases de inglés en Granada y Madrid, pero después de diversas discusiones con algunos alumnos que le tiraban pelotitas de papel y le encerraban en los armarios, decidió dejar la enseñanza y dedicarse a lo que realmente le gustaba: cantar y componer.

Su nombre artístico es “Pollito de California”, es autor de famosas canciones como “Resaca” o “Quiero volar”, y actúa por locales y fiestas de todo el mundo, demostrando su arte, prestigio y su gracia encima del escenario.

Ha protagonizado innumerables anécdotas como por ejemplo cuando actuaba en salas de fiestas y le decían que tenía que pintarse el pelo de negro para parecer español. Él así lo hizo, pero se tiñó con lo primero que encontró, Kanfort, un producto para limpiar zapatos. Y claro, en el escenario con el calor de los focos y su ardor actuando, se le derritió, manchando incluso al público que se preguntaba que era ese sudor negro que le salía de la frente.

Otra anécdota que siempre recuerda es el día que le invitaron a una grabación de “Camarón de la Isla” junto a Paco de Lucía, q.e.p.d. ambos, y le dijeron que para participar en la grabación se pusiera a dar palmas y a jalear. Iba todo bien hasta que se le ocurrió la idea de “jalear” a “Camarón” en plena grabación diciéndole “Olé y no tiene noviaaa!!!!”.

En ese momento el famoso “cantaor” (no se dice cantante ni cantador) paró de cantar, con mucha calma se quitó el zapato y en medio de la sonrisa de todos los presentes se lo lanzó a la cabeza.

He tenido la suerte de conocerle personalmente. Cuando yo era “bailaora” de Flamenco (se dice así, no “bailadora” ni “bailarina”) venía a tocar la guitarra para mí en mis ensayos, en el estudio de “Faico” q.e.p.d., en el centro de Madrid, por poco dinero. Y, aunque hace bastante tiempo que no le veo, llegamos a entablar amistad. Es por lo que espero reencontrarme con él algún día.

El Nacional

La Voz de Todos