Opinión

¿Y la corrupción?

¿Y la corrupción?

Haber sido señalado nuestro país, en enero pasado, por el reporte de Transparencia Internacional (2017), en el puesto 135 -entre 183 naciones- y uno de los siete más corruptos de América Latina, no parece preocupar a las autoridades. Entre los países de la región, el nuestro empatada con Honduras y México en el puesto 135, seguidos de Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela, los de peores calificaciones.

Saber, lo sabíamos. La percepción de este pueblo muchas veces acierta, y vivimos en carne propia la crisis institucional que muestra esos altos niveles de corrupción en todos los niveles de la vida nacional. Pero da mucha pena y vergüenza que nos lo digan en número porcentuales.

La puntuación dominicana es de 29 en base a 100, donde 100 es muy limpio y 0 altamente corrupto. Además, presenta un deterioro en comparación el año anterior cuando alcanzó puntuación de 31 (2016). Mientras que en 2015 marcó 31; en 2014 llegó a 29; en 2013 a 26; y 2012 a 28.

Y no se siente una reacción de parte del Estado gobernado desde que estos datos salieran al aire, ni de preocupación ni de recato.

De hecho, a través de los programas de las reconocidas periodistas de investigación, Nuria Piera y Alicia Ortega, semanalmente conocemos más y más casos documentados de clientelismo, nepotismo, desfalco al erario público, etc., sin que nadie con poder, se conmueva, aclare, diga o refute.

Y el clientelismo político y la corrupción, siguen afectando toda nuestra vida nacional, se asocia además, a la pobreza y la desigualdad, y en un país donde el crecimiento económico son cifras, más que realidades, se crea un círculo vicioso entre calidad de acceso a servicios básicos y desarrollo humano.

No se piensa hacer nada? Vamos a seguir hablando y hablando de transparencia, como un valor esencial para el efectivo funcionamiento de la democracia? Vamos a seguir ubicándonos en la democracia? Y mientras la sociedad política, sumergida en un eterno torneo electoral la alude como “su razón de ser”, vamos a seguir aceptando opciones corruptas y reincidentes?.
Pero eso sí, no olvidemos la corrupción ciudadana, la nuestra, la de la gente común del pueblo, la que solemos cometer nosotros/as a diario, quizás sin darnos cuenta, pero que es real y marca la tolerancia que le tenemos.

Qué no sabe? Pues refresquemos: robar servicios públicos, como luz y agua, sobornar a los policías, destruir la propiedad pública, no respetar las señales del tránsito, tirar basura en cualquier parte, y un gran etcétera que Ud. quiera seguir poniendo!

El Nacional

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