Editorial

Zapatero

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Lo que surgió en el hoy Ministerio de Obras Públicas como una unidad policiaco militar para custodiar equipos y maquinarias ha devenido en un pequeño ejército integrado por unos 500 hombres bien armados que ahora vigilan o patrullan calles, plazas, avenidas y autopistas, en labores propias de la Policía Nacional o del Ministerio de Defensa (Fuerzas Armadas).

No se duda de las buenas intenciones que habría tenido el ministro Gonzalo Castillo para convertir una dirección de seguridad y custodia de bienes de esa dependencia en una poderosa compañía de policías y guardias a cargo de labores tan disímiles como la de prestar asistencia vial a conductores o detener a sospechosos de incurrir o intentar cometer crímenes y delitos.

Ese contingente, dirigido por un coronel de la Fuerza Aérea, posee su propia escuela de entrenamiento que ya ha graduado a 430 militares y agentes policiales en seguridad y asistencia vial y en protección de dignatarios, labores que se creían reservadas a la Policía e institutos castrenses.

Ese pequeño ejército fue instituido por disposición del ministro de Defensa, almirante Sigfrido Pared Pérez, con el objetivo de reforzar la seguridad ciudadana, un compromiso que no debería asumir el Ministerio de Obras Públicas, que debería centrar sus esfuerzos en la tarea para lo que fue instituido, de construir, ampliar, reparar o dar mantenimiento a obras de infraestructura.

Las partidas presupuestarias de Obras Públicas no deberían emplearse en el mantenimiento de esas tropas que tienen a su cargo funciones que no les corresponden, como la prevención y persecución del delito, aunque se admite como bueno y válido el servicio de asistencia vial que ofrece ese ministerio.

No parece prudente que una amplia área de la sede de ese ministerio sea convertida en campamento militar, porque esos guardias y policías no están entrenados para bachear calles, construir carreteras o realizar estudios de suelo ni ninguna otra función propia de esa institución, en vez de eso ese lugar debería estar ocupado por camiones, palas mecánicas y otros equipos que nada tienen que ver con pistolas o fusiles.

Los ministros Pared Pérez y Gonzalo Castillo han estado imbuidos de la mejor intención al disponer la creación o ampliación de una unidad cívico militar que se ha convertido en un gran campamento que compite en número de soldados y equipamiento con cualquier campamento de la Policía o del Ejército.

Es por eso que se sugiere que las funciones de ese contingente se limiten a la custodia de los equipos de Obras úblicas y a reforzar la seguridad vial, porque la obligación de perseguir crímenes y delitos y de proteger propiedades públicas y privadas corresponde a la Policía Nacional, auxiliada por el Ministerio de Defensa. Zapatero a tu zapato.

El Nacional

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