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EEUU temió ametrallamiento estudiantes hace 50 años colapsara tregua tras guerra

EEUU temió ametrallamiento estudiantes  hace 50 años colapsara tregua tras guerra

Estados Unidos temió que como consecuencia del ametrallamiento policial a una protesta estudiantil frente al Palacio Nacional hace 50, el 9 de febrero de 1966, colapsara la frágil tregua tras la Guerra de Abril de 1965. En la masacre policial murieron cuatro estudiantes y otros ocho resultaron heridos, en una acción que todavía no tiene explicación que la justifique.
Se podría interpretar como una acción represiva contraria a la justicia, la razón o las leyes, dictada por una fuerza que se aprovechaba de su autoridad para atropellar.

En ese ametrallamiento resultaron muertos los estudiantes Antonio Santos Méndez, Miguel Tolentino, Luis Jiménez Mella y Altagracia Amelia Ricart Calventi, esta última tras ser herida fue trasladada a un hospital de San Antonio, Texas, Estados Unidos, donde falleció el 3 de marzo.

Heridos quedaron Brunilda Amaral, Antonio Pérez (Tony), Freddy Antonio Cruz, José Ramón Casimiro, Griselda Zorrilla, Miguel Nuñez, Juan Castro, José María de la Cruz y Víctor Ramírez. También, Jaime Tomás Estrella, Ciprián de Jesús Báez, Modesto Guzmán Castro, José Javier Solís, Vinicio García, José Zabala, William Pérez, Ernesto Caamaño, Roberto Ramírez y Evita Germán.

La masa estudiantil se encontraba frente al Palacio de Gobierno en reclamo del reconocimiento del movimiento renovador que se había producido en la UASD, tras la guerra de abril de 1965 y la entrega de los recursos económicos a las nuevas autoridades de la academia. Una comisión de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) y la Juventud Revolucionaria Cristiana (JRC) tenía el propósito de reunirse con el presidente de la República, Héctor García-Godoy, quien no estaba en la sede del Gobierno.
En esa espera, el estudiante de la JRC, Romeo Llinás, sube a la verja del edificio, donde hoy opera la OISOE, en la calle Moisés García, para informar sobre las gestiones de la comisión para una entrevista.

Antes de pronunciar la primera palabra, Llinás fue bajado violentamente de la verja por un oficial de policía y tras la explosión de una bomba de estruendo lanzada por otro agente se inició el ametrallamiento a mansalva .

Con el tableteo de las ametralladoras, en su mayoría San Cristóbal, los estudiantes se lanzaron al suelo y rodaban desesperados en busca de refugios, los que fueron impactados por las balas, expresaban su quejido y algunos valientes, especialmente voces femenina, gritaban con energía: ¡Asesinos! ¡Asesinos! ¡Go Home Yanquis! .

Al término del ametrallamiento, que duró alrededor de cinco minutos, con su trágico resultado, los estudiantes se dispersaron hacia sus respectivos sectores en la capital.

La noticia del ametrallamiento se regó como pólvora y antes de los estudiantes llegar a sus respectivos sectores se habían iniciado acciones violentas de protestas que costaron vidas humanas. En el barrio de San Antón, actores de la Revolución del 65 lanzaron en horas de la noche de ese día una granada contra un vehículo del Ejército Nacional, en la calle 19 de Marzo, con un trágico resultado de varios militares muertos.

Acciones violentas similares ocurrieron en otros lugares de la capital y el interior. La situación llegó a un punto tal, que parecía que el movimiento se le había ido de las manos a las autoridades y que pudiera haber alcanzado un nivel de inmanejable atropellando la fase final de la guerra civil.
Se temió un baño de sangre que hubiera dado al traste con el gobierno de transición del doctor García Godoy.

El Gobierno de Estados Unidos no quería consecuencias diferentes a su programación para restablecer el orden y la seguridad en el país.
El primero de marzo de ese año iniciaba la campaña electoral para las elecciones presidenciales, congresionales y municipales programadas para el primero de junio de ese año. Utilizando a los soldados de las Fuerzas Interamericanas de Paz (FIP) lograron contener las acciones y restablecer la precaria tregua.

Yo estuve allí

Me incorporé a la protesta en el liceo Argentina, en el barrio de San Antón, donde cursaba la Intermedia. Esperábamos en la intersección de la calle Duarte con Juan Isidro Pérez a los compañeros del liceo Juan Pablo Duarte, que llegaron con la consigna de entonces: ¡Go Home Yanquis!
Compactamos la movilización y nos dirigimos por la Duarte hacia el Liceo Salomé Ureña, en donde se integró un grupo considerable de mujeres valientes. Llegamos al Palacio Nacional y en la larga espera los minutos se iban entre consignas relacionadas con el objetivo de la protesta.

En el momento de mayor quietud fue que comenzó el tiroteo.

Como todos, me lancé al suelo, cubriéndome de las balas; busqué un punto muerto para salir de allí con vida. Justo cuando pensé que las cosas podrían salir peor, decidí correr hacia una vivienda lateral al edificio de la OISOE, en la calle Doctor Báez y penetré en un zagúan. Me buscaba las heridas en el cuerpo, pero rápidamente me di cuenta que era negativa la impresión que sentía en el alma.

El Nacional

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