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Inicio de revolución sorprendió líderes  de la conspiración

Inicio de revolución sorprendió líderes  de la conspiración

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El teléfono, y no la ametralladora, fue el arma más utilizada en las primeras horas del levantamiento militar el 24 de abril de 1965, que dio al traste con el Gobierno del Triunvirato encabezado por Donald Reid Cabral.

La mayoría de los oficiales conspiradores se encontraban almorzando cuando fueron llamados a reportarse a sus cuarteles por los militares que habían iniciado el movimiento constitucionalista.

Por lo inesperado de la acción, el coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez, el líder de los rebeldes, no pudo poner en práctica su plan militar de operaciones.

En un primer momento 11 oficiales envueltos en la trama  fueron convocados. Por la tarde del sábado se integraron a la revuelta entre 1,000 y 1,500 militares descontentos, sobre todo  un batallón del Ejército del campamento 16 de Agosto y una unidad de artillería de 250 hombres.

Otro batallón del campamento 27 de Febrero, también se unió a la revuelta por la noche, mientras que el Batallón Mella, en San Cristóbal, ofreció su apoyo.

 José Francisco Peña Gómez, el líder civil de la conspiración, recibió la noticia de la revuelta cuando ofrecía un discurso  a través de Radio Comercial, ubicada en una segunda planta de la calle Padre Billini esquina Sánchez, de la Ciudad Colonial.

Rápidamente Peña Gómez anunció que el Gobierno había sido derrocado y exhortó a la población a salir a las calles.

 Miles de personas  acogieron  su llamado e inundaron la avenida Duarte, la principal vía comercial de la Capital.

La Policía fue tomada por sorpresa y no hizo ningún esfuerzo para detener las manifestaciones que se prolongaron hasta las primeras horas de la noche del sábado.

Decenas de manifestantes, encabezados por Peña Gómez, tomaron a Radio Santo Domingo, pero momentos después la estación fue recuperada por las fuerzas del CEFA, que dirigía el general Elías Wessin y Wessin.

En  la noche se generó una gran confusión. A prima noche las fuerzas militares de la rebelión aún no habían entrado a la ciudad, y la población desarmada no podía desafiar a los tanques del Cefa.

A las 8:00 de la noche,   Reid Cabral pronunció un discurso a través de la radio y la televisión para asegurar al país que la situación estaba bajo su control. Hizo un llamamiento a la calma, explicó la naturaleza de la rebelión militar y los movimientos que se estaban adoptando para sofocarla.

Anunció un toque de queda y emplazó a los militares rebeldes rendirse  antes de las 6:00 de la mañana del domingo 25.

Los eventos en Santo Domingo el sábado por la noche, que culminaron en el llamado público de Reid, transmitió la impresión de que el Triunvirato había restablecido su autoridad y que la revuelta estaba cerca del fracaso. Esta idea fue reforzada por los informes erróneos de la Embajada  de Estados Unidos de que  Wessin y otros líderes militares claves garantizaban el apoyo a Reid Cabral.

Tan engañosa impresión se hizo evidente el domingo, cuando lo que comenzó como un intento de golpe de Estado acompañado por manifestaciones contra el Gobierno se convirtió en una guerra civil en las calles de la capital.

Un informe de la CIA daba cuenta, para la mañana del domingo, que dos terceras partes del Ejército rebelde estaban estacionadas en Santo Domingo y armaban a civiles.

 Durante la noche del 24, las fuerzas rebeldes habían entrado en la Capital en forma subrepticia, y establecieron posiciones defensivas en lugares clave.

El movimiento fue designado como “Constitucionalista” ante el reclamo de  militares  y  fuerzas políticas del retorno del profesor Juan Bosch.

El domingo en la mañana, los militares constitucionalistas  tomaron a Radio Santo Domingo y  muchos desfilaron acompañados de civiles realizando disparos al aire por la avenida Duarte hasta el parque Independencia.

Una vez que Reid Cabral se dio cuenta de que los rebeldes habían entrado en Santo Domingo  redobló los esfuerzos que había comenzado la tarde del sábado para asegurar el apoyo de los altos mandos militares. El jefe de la Marina, comodoro Francisco Javier Rivera Caminero, al igual que Wessin prometieron apoyo a Reid, pero no realizaron ningún esfuerzo para proteger al Gobierno.

En las primeras horas de la mañana Reid Cabral designó a Wessin secretario de Estado de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, las tropas bajo el mando de Wessin se atrincheraron en San Isidro.

Estados Unidos al darse cuenta que Reid Cabral no contaba con el apoyo del Ejército planteó que los líderes militares de ambos bandos establecieran una Junta provisional que prometiera la celebración de elecciones.

Reid Cabral anunció su intención de dimitir en favor de una Junta Militar, pero su gesto fue en vano. Las tropas constitucionalistas al mando del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó tomaron el Palacio Presidencial, arrestaron a Reid Cabral y colocaron en la Presidencia a José Rafael Molina Ureña, quien había sido recomendado por Bosch desde su exilio en Puerto Rico para encabezar un Gobierno provisional.

UN APUNTE

Caamaño arrestó Reid

Aún no  era  el líder de la revolución, cuando el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó arrestó a Donald Reid Cabral en el Palacio Nacional.

El Nacional

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