Opinión Carta de los Lectores

1965-2025: el otro abril

1965-2025: el otro abril

Chiqui Vicioso

Existe una cierta hora, cuando otros habitantes de la Zona Colonial, reclaman su espacio. Son los muertos -vivos de la Revolución de Abril de 1965 que este Abril cumple sesenta años, esos que luchamos para que la niñez y juventud no olviden; esos que resignificaron la Epica; esos que con viejas carabinas San Cristóbal y un tanque, creyeron que podrían derrotar a 42,000 marines, y una mal llamada “Fuerza Interamericana de Paz” delegada por Norteamérica al Brasil de la dictadura, con unos 1,300 soldados y una exigua representación de países iberoamericanos.

Se cumplen sesenta años de la Guerra de Abril, y es la hora del regreso. Las calles se pueblan de murmullos; del estruendo de las botas; del reflejo de la luna (!Oh ingenuidades!) en los espejos colocados en azoteas para “cegar” los pilotos de los aviones que bombardeaban la Zona.

En el Estudio de José Cesteros, en la Arzobispo Meriño, se reune un grupo de artistas. Un joven Ramón Oviedo, un Condesito y, un inconfundible Don Quijote; de larga figura, gafas oscuras y una bufanda que le llegaba a los pies: Silvano Lora.

El grupo ríe, recordando las atemporales ocurrencias de Sivano en -y después- de la Revolución, como cuando vestido de Hatuey, (mas bien desvestido con un taparrabos), en una canoa llena de flores y frutas, se acercó en son de paz a las Naos españolas, que vinieron para el Quinto Centenario. La Marina hizo lo imposible por detenerlo, hasta que el oleaje de sus lanchas rápidas, viró la canoa y Silvano, en su intento de salvar las ofrendas, casi se ahoga. Un grupo de marinos españoles se lanzó al agua y el resto es Historia.

El segundo episodio sucedió en alta mar, cuando descubrimos, camino a Cabo Haitiano desde Manzanillo, que los salvavidas prometidos por Sivano eran tanques de gasolina; que no existía el “repelente para tiburones”; y que en el pequeño bote en que viajábamos, siguiendo la ruta hacia Playitas, en conmemoración de la gesta de José Martí y Máximo Gómez, teníamos que turnarnos para vigilar y defendernos del posible asalto de piratas. ¿Con que armas?, yo con un palo de escoba y Silvano con un bate. Nunca olvido nuestro diálogo a esa hora en que el mar era un plato y nuestra lucha real era contra el sueño.

“Cuando Silvano llegó a Santo Domingo, en 1961, ya en Francia, había tenido una militancia política muy marcada, como representante del Movimiento de Liberación Dominicano, junto con Hugo Tolentino y Rafael Calventi; ya había participado en la lucha por la democracia y el socialismo y por la independencia de Argelia, la resistencia contra Franco, y el apoyo a Viet-Nam. (Fidelio Despradel, revista Antes del Amanecer).

“Mi misión, dice Silvano, era participar en el Frente de Liberación de Santo Domingo y, colaborar con toda la gente progresista”.