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A espaldas de Jacob

A espaldas de Jacob

El escritor Efraín Castillo junto al poeta y escritor Rafael Pineda.

La Editorial Isla Negra, de Puerto Rico, ha publicado tres nuevos títulos del narrador, poeta y dramaturgo Efraín Castillo, de los que se hizo una presentación a través de la plataforma digital Diálogo Académico, que dirige la docente, crítica literaria y narradora Ibeth Guzmán.

Fui invitado a integrar el panel de analistas junto al poeta y académico Eduardo Gautreau; al presidente de la editorial, el poeta dominico puertorriqueño Carlos Roberto Gómez y, por supuesto, al autor.

Con la invitación recibí una gran alegría porque, desde mi óptica de lector, considero a Efraín Castillo un autor fundamental de las letras hispanoamericanas de hoy; capaz de transmitir, en el conjunto de su obra, conocimientos sobre una época, la suya, la de todos nosotros; con una fascinación que pocos en República Dominicana han podido igualar.

De los libros presentados me correspondió analizar la obra teatral ‘’A espaldas de Jacob’’, que relata el conflicto del personaje bíblico nieto de Abraham, hijo de Isaac y Rebeca; y de sus hijos que en la leyenda del Génesis eran doce y aquí son diez, incluido el que está por nacer.

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Estructurada en tres actos, 15 cuadros y 4 películas, la pieza es una maravilla que inicia en una colina del Monte de Galaad, donde Jacob se encuentra encadenado a su realidad, y donde su mujer le está jurando que luchará por el rompimiento de las cadenas para darle la libertad de espíritu y conquistar la tierra.

“Conquista de la tierra’’ viene a ser una expresión clave en la obra, al igual que la palabra “trampa’’, porque Jacob se está incriminando de tramposo y Raquel, para aliviarle las penas, le recuerda que él también ha sido víctima de ellas:

-A ti te han hecho trampa, también, mi amado Jacob. Mi padre te hizo trampa. Has estado encadenado a la trampa – le dice, intentando convencerlo de la culpabilidad de Yavé, el padre. Y él ve que la vida es una trampa que no termina.

El sentido de la trampa busca transmitirnos que la sociedad, desde los orígenes, está sustentada en el engaño de unos contra otros.

Jacob se transforma en Israel, y Raquel le está pidiendo un tratamiento privilegiado para José, el hijo que lleva en el vientre. Al mismo tiempo, los otros hijos de Israel traman el asesinato del hermano que va a nacer.

La obra explora las debilidades del ser y denuncia un estadio donde las vidas de los ciudadanos son inseguras y violentas; una época terrible donde se condena a vivir entre tribulaciones, manipulaciones, y en procesos emocionales de incertidumbre; donde la venganza es una línea del régimen social. El paradigma de las desdichadas.

De ahí que la exposición de la “trampa’’, signa el discurso principal donde los hijos de Israel son malditos que traman ejecutar al hermano aún púber; lo acuchillan, lo sepultan vivo, y al final, viendo que sobrevive a todo, lo venden como esclavo a ismaelitas mercaderes del desierto.

El odio de Raquel hacia los hermanos de su prole, miles de años después, todavía se expande por la existencia como peste: en “A espaldas de Jacob” el dramaturgo lo demuestra valiéndose de un recurso bíblico para denunciar a un Israel que hoy, siendo Estado, se baña en la sangre de centenares de miles de niños en una Palestina a la que no dejan ser.

Los parlamentos iniciales, el desarrollo y el final desgarrador, nos ponen frente a una tragedia que siendo existencialista, es al mismo tiempo de corte naturalista, con personajes que son malos o peores; hijos que han hecho crecer las riquezas de Israel, pero que son villanos porque se alimentan con el odio.

A espaldas de Jacob es una obra de fuerte realismo; expone, en cuadros angustiantes, las maldades de la existencia y presenta un desenlace como en las tragedias de Esquilo o Eurípides.
El autor es poeta.