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A rajatabla

A rajatabla

Orión Mejía

La vuelta de la historia.-

La creación del Estado Haitiano fue el resultado de un accidente histórico relacionado con la piratería, esclavitud y el atraso político y económico de España, lo que motivó en 1606 el origen de ese gentilicio con el desalojo de los pobladores de la parte norte la colonia Hispaniola hacia las cercanías de Santo Domingo, para evitar prevalencia de contrabandos de reses y pieles.

Lo que en principio debió ser una operación de traslado de las poblaciones que ocupaban el territorio de lo que hoy es Haití, se convirtió en una devastación, cuando el gobernador Osorio dispuso la destrucción de plantaciones, viviendas, escuelas y hasta el ahorcamiento de muchos de los que se oponían a ese edicto.

En Europa, el imperio francés se impuso sobre la corona española y ese territorio isleño fue parte del botín de guerra, por lo que al paso de los años se convirtió en un gran productor de azúcar para lo cual se enviaron desde África contingentes de esclavos.

Es por eso que se dice que el 4 de enero de 1804, lo que hubo en Haití fue la emancipación de los esclavos del oprobio del imperio francés, aunque la historia lo registra cono el de la proclamación de la independencia haitiana, sin resaltar que los emancipados quemaron haciendas y cultivos y degollaron a sus esclavistas.

Los pueblos haitiano y dominicano se han prestado mutua colaboración frente a un enemigo común, especialmente cuando el vecino temía el retorno de la esclavitud,tanto así que la invasión de 1822 se sustentó en el pretexto de que Núñez de Cáceres, en su proclamación de Independencia, no declaró fin del régimen esclavista.

Desde antes de la conformación de la Trinitaria, el liderazgo liberal mantenía buenas relaciones con sus pares haitianos, como los conservadores locales las tenían con las claques de cultura esclavistas de Haití, algo similar lo que sucede hoy en día.

Cuando el Tribunal Constitucional fijó en histórica sentencia el alcance de la nacionalidad dominicana, grupos de intelectuales y políticos dominicanos, cerraron filas con los centros del poder mundial que insistieron en condenar a República Dominicana por supuestamente incurrir en racismo, xenofobia y apatrida.

El marxista, Ralph Gonsalves, ministro de San Vicente y las Granadinas, la voz cantante en el vertido internacional de infamia contra el gentilicio nacional, se erigió en líder de la izquierda y los liberales, muchos de los cuales viajaron a Washington, San José, y Ciudad de México para participar en los esfuerzos de condenar a Santo Domingo.

El sector “progresista”, que ayer denunció la condición de apátridas de más de 220 mil “dominico-haitianos”, y que formaron parte de la triunfante “Plaza de la Bandera”, hoy niegan respaldo al presidente Luis Abinader frente a la crisis haitiana, o mantienen extraño silencio ante el peligro que se cierne sobre la patria de Duarte.