Lo ocurrido en el Palmar de Ocoa, Azua, no solo es inaceptable, sino otra prueba de desafío al principio de autoridad. Una turba atacó a palos, pedradas y tubazos el destacamento de la Policía y liberó a la fuerza a un hombre que había sido detenido por agredir a su exmujer.
La horda compuesta por unas 20 personas destruyeron el mobiliario, los cristales de una camioneta asignada al supervisor de la Policía y evacuaron al preso Ángel Bienvenido Mejía Cabrera, de 45 años, quien estaba detenido por las heridas que causó a Mariela Tejeda, de 35.
El raso José Antonio Guzmán Frómeta trató de amedrantar a los atacantes realizando varios disparos al aire, pero tuvo que dejar el limpio para evitar ser golpeado.
El incidente, que no es el primero que ocurre, ratifica la necesidad que tiene el país de restablecer el respeto a la autoridad. Asusta que por cualquier razón la gente desconozca o se rebele contra los representantes del orden público a la manera de tomar un cuartel policial. Son casos que deben evitarse.