El lunes, el presidente Luis Abinader convocó a un gran pacto de nación para una política de Estado firme, estratégica y uniforme sobre Haití y su crisis, y ya el miércoles una funcionaria de alto nivel de Estados Unidos realizaba un recorrido de supervisión de instalaciones militares en la frontera norte.
Es lógico suponer que previo a pronunciar su discurso de rendición de cuentas, el mandatario ya sabía que dos días después arribaría al país la subsecretaria adjunta para asuntos del Caribe y Haití, Barbara Feinstein, junto a oficiales estadounidenses con la misión de recorrer la zona fronteriza.
No parece fortuito que el jefe de Estado convocara ayer mismo al primer encuentro de ese “gran pacto de nación”, al que hizo referencia en su comparecencia ante el Congreso Nacional, aunque también se reserva espacio a la coincidencia.
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El hecho cierto es que la Presidencia, Cancillería ni el Ministerio de Defensa informaron sobre razón o motivo de la visita de la funcionaria del Departamento de Estado, o quizás se creyó conveniente mantener reservas sobre la inspección que realizaría en todo el hilo fronterizo, aunque nada despeja la tormenta de suspicacia.
En principio se creyó que la convocatoria al pacto por el fortalecimiento de la soberanía habría sido una hábil respuesta del mandatario a las críticas que recibió por el envío al Congreso del proyecto sobre trata de personas y migración ilegal, que para muchos provocaría un estallido migratorio desde Haití.
Si se analizan la cercanía en las fechas de convocatoria presidencial al «gran pacto de nación», recorrido de la subsecretaria Feinstein por cuarteles militares fronterizos, y encuentro de ayer en el Palacio Nacional con posibles adherentes a ese consenso, habría por lo menos que considerar que se relacionan entre sí.
La sorpresiva visita de una funcionaria de alto nivel del Departamento de Estado en compañía de militares estadounidenses, con la misión de inspeccionar cuarteles militares y zona fronteriza debe ser motivo de preocupación, porque no se trata de un gesto de cortesía diplomática.