Opinión

ALGO MAS QUE SALUD

ALGO MAS QUE SALUD

Epifanías de Año Nuevo

 

Por apremios de la vejez, la cual ocupa mi intelecto en preocupaciones existencialistas de primer orden, como intentar comprender los recovecos que llevan al pájaro carpintero a andar de árbol en árbol haciendo hoyos, y cuáles son los apremios de la ciguita que hizo nido en el patio de mi casa para que no nos acerquemos a él.

Preocupado seriamente, en una tarde de intenso calor, por los orígenes de los cocos de agua, y en especial como crea o le entra el agua, no encontré respuesta cierta y terminé dormido en el pasillo de la casa; tampoco pude encontrar explicación al por qué de las diferentes construcciones de los inodoros y sobre el hilo fundamental de pensamiento de los que se sientan en ellos.

En esa misma onda, en una madrugada de desvelos, me inquirí sobre los aditamentos y las meturas inventadas por mi hermano para que sus quipes sean los mejores del mundo, y cómo pudo transmitírselos a nuestro hermano menor para que éste hiciese los segundos mejores del mundo.

Meciéndome en la mecedora prestada de mi tía, arribé a clarividentes conclusiones sobre los grandes aportes de los mulos que cargan los bultos de los excursionistas al pico Duarte, y sin más dislates en los que ocuparme volví a leer parte del poema de Walt Whitman “Hojas de hierba”:

“Creo que una hoja de hierba, no es menos que el día de trabajo de las estrellas, y que una hormiga es perfecta, y un grano de arena, y el huevo del régulo, son igualmente perfectos, y que la rana es una obra maestra, digna de los señalados, y que la zarzamora podría adornarlos salones del paraíso, y que la articulación más pequeña de mi mano, avergüenza a las máquinas, y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha, supera todas las estatuas, y que un ratón es milagro suficiente, como para hacer dudar, a seis trillones de infieles”. Perdonen los desvaríos de inicios de año del que escribe “algo más que salud”.

El Nacional

La Voz de Todos