Así se llama uno de los artículos que aparecen en el libro compendio que hice de los que más quiero, de los casi tres mil que he publicado en esta columna, y que se pondrá a circular mañana en el salón “Pasados Presidentes” del Colegio Médico Dominicano partir de las 7 de la noche; junto a una novela con la que hago pininos “Los amores perdidos”.

Precisamente ese artículo lo comenta, para el libro, el dueño de este vespertino, don Pepín Corripio, y lo quiero refrescar porque al revisar gran parte de mis artículos preferidos, los vi cargados de consejos para otros. Igual pasó al revisar el contenido de lo que fueron esos amores vividos y perdidos que me saturan de consejos.

Siento que he vivido una existencia decente, pero muy al borde del abismo, queriendo, como “El Quijote”, luchar contra molinos de vientos, y por sobre todas las cosa tratar de complacer y caerle bien a todo el mundo, especialmente a los que están cerca, y eso ha significado una gran carga, la que en ocasiones me ha llevado a perder mi esencia y hasta perderme como un todo. Es en lo que Anthony de Mello ha insistido tanto: el apego.

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El desapego es clave para nuestro bienestar. Puedo relacionarme contigo de una manera más libre, dejando espacios para mi individualidad. Te elijo, pero no te necesito, prefiero estar contigo, pero puedo estar sin ti.

Disfruto de compartir mi tiempo contigo, pero no vivo con el miedo a perderte. Alguien lo sentenció así: “Desapego es aprender a amar, a apreciar lo que tenemos y a involucrarnos en las relaciones de una manera más sana y equilibrada”.

Voy, ya en plena vejez, aprendiéndolo. Venga y acompáñame mañana a partir de las 7 de la noche en el Colegio Médico y llévese la colección de lo que más amo de “algo más que salud”.