La semana pasada cité a Xi Jinping “Para gobernar se necesita una moral bien cultivada, una familia en orden, la nación bien gobernada y el mundo en paz”. En “El Padrino” éste dice «Un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser un hombre de verdad».
En abril Pujols había anunciado, luego de 22 años casado y cinco hijos, que: “Solicitaría el divorcio de su esposa por diferencias irreconciliables”. Agregó: “Estas situaciones nunca son fáciles y no es algo que sucedió de la noche a la mañana”.Esto fue en Abril.
Solo cinco meses después, le confirmó a Enrique Rojas que sostenía una relación con la hija del expresidente Leonel Fernández.
No conozco ni a Pujols ni a Deidre y mucho menos sus “diferencias irreconciliables”, pero lean las palabras de ella mientras él se acercaba a los 700 jonrones: “Tuve una gran conversación con Albert esta mañana, hablamos sobre los eventos de hoy y todo lo que sucederá, oramos juntos para establecer la energía para el día y él está emocionado como todos nosotros. ¡Ha sido uno de los atletas más disciplinados de su deporte que he conocido y cómo Dios ha usado su vida dentro y fuera del campo siempre me ha dejado boquiabierta! A pesar del aumento más reciente de la atención de los medios sobre nuestras vidas personales, nunca perdería la oportunidad de enviar amor y bendiciones a alguien con quien he pasado la mayor parte de mi vida y siempre estaré conectada”.
“Nuestros hijos estarán allí para apoyarlo y, si hubiera podido, también habría estado allí para celebrar este evento especial. Estaré en espíritu…”
Nos despedimos con esta sentencia anónima: “¿Divorcio? El divorcio no es una tragedia. Tragedia es tener un matrimonio infeliz, enseñarles a sus hijos un amor incorrecto, cobarde, mediocre y que hay que «aguantar» situaciones «por el qué dirán».
Nadie murió por divorciarse. El alma muere por permanecer con quien no ama”. Por mucho: “algo más que salud”.