Editorial Opinión

Algo se cuece

Algo se cuece

Canadá ha enviado otro lote de vehículos blindados a Haití para ayudar a la Policía a combatir bandas armadas que imponen terror en gran parte del territorio haitiano, pero con la entrega de esos equipos militares no se cumple la promesa de que para principio de enero se produciría “una intervención rápida” en ese país.

Al término de una reunión entre legisladores estadounidenses y funcionarios de Naciones Unidas (ONU), a mediado de diciembre, la congresista de origen haitiano Sheila Cherfilus McCormick, informó que para el 10 de enero de este año se enviaría a Puerto Príncipe “una fuerza de intervención”.

Esa representante dijo que no se trataría de una fuerza militar y que tampoco permanecería por mucho tiempo en Haití, pero quedó claro que estaría integrada al menos por personal estadounidense y canadiense y que su propósito esencial seria la ayudar a enfrentar a las bandas armadas.

Lo que ha ocurrido es que el ejército canadiense entregó a la policía haitiana vehículos blindados, sin que se hable de tropas o de equipos de asesores, como tampoco se sabe sobre los resultados de la gestión diplomática encomendada al embajador de Canadá ante Naciones Unidas (ONU), Bob Rae, para dialogar con el liderazgo haitiano y jefes de bandas.

El panorama se ha complicado con el rebrote de la migración haitiana hacia Estados Unidos a través de las costas de Florida y por la frontera con México, a lo que el presidente Joe Biden responde con la aplicación de un estatuto temporal que permite la expulsión inmediata de esos inmigrantes.

Con la conclusión del periodo constitucional del Senado haitiano, que coincidió con el atentado a balazos perpetrado contra su titular, Joseph Lambert, en una zona de la capital controlada por las bandas, Haití literalmente ha quedado huérfana de instituciones y sumida en el caos.

En su encuentro con el jefe de Estado de México, José Manuel López Obrador, el presidente Biden presentó una propuesta basada en retener en territorio mexicano a los inmigrantes que intentan cruzar por la frontera, algo parecido a la sugerencia de que República Dominicana se convierta en destino de la migración haitiana.

Washington ni la ONU han vuelto a referirse a la crisis haitiana, que no podría afrontarse solo con los vehículos blindados canadienses, por lo que sobran razones para que el gobierno dominicano reitere que no es ni puede ser parte de una solución alterna a ese drama, menos aún a través de un desenfreno migratorio.

El Nacional

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