El presidente de la República dijo recientemente que tiene amigos, pero no cómplices. Se refería específicamente a Santiago Hazim, destituido director ejecutivo del Seguro Nacional de Salud, institución que fue objeto de una auditoría que revela desfalco, prevaricación, malversación de fondos, asociación de malhechores, falsificación de documentos y tráfico de influencia. Con respecto a ese caso el jefe de Estado dio instrucciones precisas para que el expediente sea entregado a la Procuraduría General de la República a los fines judiciales de lugar.
Pero llama poderosamente la atención que una de las personas que destapó el escándalo es la señora Nuria Piera, periodista de investigación y amiga del primer mandatario, que tenía varios años sin denunciar corrupción pública, pese a que era lo que solía hacer cada sábado durante mucho tiempo. Días antes de la divulgación del trabajo, por coincidencia, una fuente crediticia me confirmó que ese funcionario estaba en desgracia con José IgnacioPaliza, que es lo mismo que estar con Abinader.
¿Qué se infiere? Que los actos de corrupción cometidos en Senasa son reales, pero que salieron a relucir al tratarse de un hombre que hace algún tiempo el jefe de Estado excluyó de su entorno amistoso y que los hechos ejecutados en esa institución, pendientes de sanción, servirían para poner un “ejemplo” y desde el poder ofertarse como transparente y hacer, simultáneamente, un contraste con Danilo Medina, permisivo, en su gestión de ocho años, con entramados que involucraron a su entorno político, militar y familiar. Estimo que es una estrategia innecesaria, dado que es un hombre débil e indefenso.
Abinader, de todos modos, logró lo que quería, pues en todos los espacios de opinión solo se habla de Senasa y de la supuesta actitud “ejemplar del presidente transparente” versus la negociación judicial de Maxy Montilla, que devuelve tres mil millones de pesos al Ministerio Público, y la pena de siete años de prisión de Alexis Medina, hermano biológico del pasado mandatario.
Con ese escenario de contraste, el presidente salió engrandecido, mientras se continúa vapuleando la imagen pública del líder peledeísta.
Sin embargo, no es verdad lo que dice Abinader, en el sentido de que tiene amigos, pero no cómplices. Tiene amigos, enemigos. ¿Quiénes son los amigos del presidente? Lógicamente que la mayoría de los funcionarios, blancos y ricos en un 90 %, pese a que estamos en un país que cuenta con un 85 % de negros y mulatos. Por los años de vida y por lo que he leído de la historia social dominicana puedo asegurar que esta es la administración más racista y clasista.
¿Cuántos negros usted conoce en el Gobierno, aparte de Tony Peña, Daniel García Archibald y Antonio Almonte, cónsul en Boston? Algo más (y lo dejo de tarea): ¡Qué me señalen un solo funcionario pobre del gabinete!
Son amigos del presidente, además, los miembros de la oligarquía dominicana. ¿Y los enemigos? A casi todos los perremeístas Abinader los tiene de enemigos. Él alega que es el presidente de todos los dominicanos y es cierto, pero los perremeístas también son dominicanos.