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Apoyos electorales

Apoyos electorales

El tema de las alianzas, pactos y apoyos, son recurrentes en procesos electorales y suele desarrollarse en torno a ellos cantidad de teorías mediante las cuales son defendidos o denigrados, en función de quienes los lleven a cabo o de quienes se consideren perjudicados.

Resulta comprensible que se reaccione con molestia cuando políticos a quienes estamos ofreciendo respaldo conciertan acuerdos con organizaciones o personas con las cuales no nos sentimos identificadas y valoramos que constituyen malos pronósticos de lo que podría ser una gestión gubernamental.

Quisiéramos que no hubiese necesidad de recibir espaldarazos de determinados personajes. No obstante, es difícil exigirle a alguien con vocación de poder que rechace sumatoria de votos que pueden ser necesarios para conquistar el objetivo de ganar las elecciones, que es condición imprescindible para implementar el programa presentado al electorado.

De mi parte, al igual que muchos, me cuesta bastante tener que coincidir en esfuerzos políticos con figuras de las que me considero a años luz de distancia ideológica y cuya participación en la vida pública ha sido desafortunada.

Pese a lo anterior, estoy persuadido de que lo que está mal en sí mismo no es recibir adhesiones, sino las bases a partir de las cuales se reciben y, lo más importante, la dimensión de la repercusión que puedan tener en la futura gestión gubernamental y el nivel de participación que se otorgue a quienes sustentaron la candidatura. De hecho, la historia está repleta de inverosímiles pactos entre representantes de intereses absolutamente antagónicos y que, pese a lo inaudito de la situación, se tradujeron en balances positivos.

Lo contrario también ocurre, cuando lo realizado con supuesta buena intención, termina siendo desastroso y los beneficiarios directos del endoso se contaminan de tal manera que superan en los hechos la naturaleza perniciosa de quienes lo respaldaron.

En el país tenemos el ejemplo de la fórmula que hizo posible el acceso al gobierno del PLD. El trágico Frente Patriótico que muchos respaldamos bajo la ilusa premisa de que por primera ocasión se iba a utilizar la figura de Joaquín Balaguer para conquistar el Palacio y, desde él, aplicar el programa de gobierno de la organización fundada por Juan Bosch.

¿Se equivocó el partido morado aceptando dicho mecanismo, o no tuvo el discipulado la dignidad de ser fiel a los postulados que sustentaron su origen? Quizás tal lealtad nunca existió y quedó evidenciado con el embrujo seductor del poder.

POR: Pedro P. Yermenos Forastieri

pyermenos@yermenos-sanchez.com

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