Cada acto de barbarie perpetrado por las pandillas haitianas, como la reciente muerte de 42 personas en un ataque a la comunidad de Laborderie, no sólo refleja la incapacidad del Gobierno para contener la violencia, sino que es un desafío a la comunidad internacional.
El panorama se torna más tétrico, con todo y las medidas anunciadas por el primer ministro Alix Didier Fils-Aimé para enfrentar a los pandilleros, ante la salida a partir del 7 de octubre de las tropas internacionales lideradas por Kenia.
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El Gobierno ha instruido a la Policía fortalecer las acciones contra los pandilleros, además de advertir que no retrocederá en su determinación de restaurar la paz y la seguridad en la nación, pero está más que demostrado que carece de los medios para cumplir su propósito. El sangriento ataque vuelve a sonar la alarma sobre la precaria situación haitiana.