La ofensiva de Rusia a Ucrania por su supuesta responsabilidad en el atentado al puente que la une con Crimea merece una dura respuesta de occidente. Como se ha dado en el pasado es posible que la explosión en que murieron tres personas fuera provocada por los propios rusos para justificar el feroz bombardeo en Kiev, capital de Ucrania.

Nada puede descartarse, ni siquiera la posibilidad de que el dictador Vladimir Putin explore motivos que justifiquen el uso de armas nucleares.

Sin el respaldo de China y otros aliados en una guerra que le ha costado cientos de muertos y elevados recursos, Putin es capaz de todo para no morder el polvo de la derrota. Los ucranianos, con el respaldo de la OTAN, han ofrecido una resistencia espartana a las tropas rusas.

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Maniobras como la anexión de territorio ucraniano no han tenido efecto ni respaldo. En los misiles lanzados por Rusia después de la explosión en el puente de Crimea los objetivos han sido civiles. Putin, que enfrenta la posibilidad de ser juzgado por crímenes de guerra, ha acusado a Ucrania de terrorismo para tratar de limpiarse.

Estados Unidos, que no descartó la posibilidad de que Rusia use armas nucleares, tiene, lo mismo que sus aliados de Europa y Asia, que estar atentos a las maniobras de Putin, contra quien crece una resistencia interna en su propio país. Tras la deplorable invasión de ninguna manera se le puede permitir que se salga con las suyas.