Ha hecho bien el presidente Luis Abinader en decretar estado de emergencia por 30 días en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo para afrontar los cuantiosos daños causados por los intensos aguaceros del viernes que dejaron cuatro muertos y dos desaparecidos.
El percance meteorológico dejó en claro que el sistema de drenaje pluvial es al menos endeble de que cualquier situación de lluvias prolongadas provoque su colapso como ocurrió en esta ocasión.
Se cuentan por centenares o miles las familias que perdieron sus ajuares, que sus inmuebles quedaron anegados o sus vehículos arrastrados por las corrientes de agua.
El mandatario ha dicho que el Gobierno ha identificado en lo inmediato unos 15 puntos del Distrito Nacional y Santo Domingo donde el mal tiempo causó mayores daños, en los cuales se distribuyen enseres y alimentos y se procede a reparar viviendas destruidas parcialmente por las inundaciones.
El estado de emergencia decretado por el Poder Ejecutivo permite acceder a fondos disponibles para afrontar situaciones de desastre, por lo que solo se requiere actuar con diligencia, sin discrimen ni privilegios, al momento de brindar auxilio.
