Como todos los días, por más de veinte años la señora María Vásquez llega de madrugada a la zona de las flores, en el Pequeño Haití, a la espera de la carga proveniente de Constanza, para suplir el negocio de donde obtiene el sustento de su familia. Con sus manos organiza las flores para convertirlas en lenguaje de amor, alegría y esperanza, a través de vistosos arreglos.