Los casos que involucran a patrullas y agentes de la Policía en brutalidades constituyen un clamor sobre la urgencia que tiene de completar el proceso de reforma de ese cuerpo.
Los disparos a una yipeta conducida por una mujer por supuesta confusión y en la que, para colmo, viajaban niños; la muerte de un joven después de ser apresado y la suspensión de agentes de la cárcel de El Pinito, La Vega, por supuesta tortura a un recluso muestran los resquicios del pasado que anidan en la Policía.
Puedes leer: Desaparición ¡un misterio!
Las aparentes brutalidades representan un claro mensaje para la ministra de Interior y Policía, Faride Raful, sobre la necesidad de una depuración más exhaustiva del cuerpo para avanzar en la seguridad ciudadana y en la garantía del orden público.
Las brutalidades que se atribuyen a patrullas y agentes desentonan con la retórica sobre la reestructuración y profesionalización de la Policía.