Por su propuesta de concertar un gran pacto social para rescatar de la pobreza a millón y medio de dominicanos y su firme advertencia de que no negociará con deshonestos, el discurso ayer del presidente Danilo Medina ante la Asamblea Nacional puede ser definido de socialmente revolucionario y políticamente ético.
El Presidente ha hecho la promesa de garantizar transparencia, elevar la calidad del gasto público y fortalecer un perfil de gobierno ético y moral y una gestión pública austera, profesional y efectiva, lo que significaría un cambio radical en la plataforma gubernamental.
Ese discurso ético se sustenta en un ramillete de proyectos y promesas que incluyen la creación de la Dirección Nacional de Ética e Integridad Gubernamental, que tendría potestad para investigar, citar, requerir, interrogar y sancionar, en casos de denuncia de prevaricación, además de instituir el Código de Pauta Ética que los funcionarios están obligados a rubricar.
Satisface la reiteración del nuevo Presidente de que cumplirá su promesa de asignar al Ministerio de Educación en el Presupuesto de 2013 una partida equivalente al 4% del Producto Interno Bruto (PIB), además de descentralizar las funciones de construir unas diez mil nuevas aulas y descentralizar las funciones de construcción de edificaciones y del desayuno escolar.
El impulso por vía del crédito y la capacitación de la micro, pequeña y mediana empresa, el proyecto de titulación de propiedades rurales y urbanas, la ampliación de la seguridad social, la erradicación del analfabetismo, el impulso a la red de servicios médicos básicos y el desmonte de pago por servicios en hospitales públicos, son algunos de proyectos que validan la definición de socialmente revolucionario al discurso presidencial.
Es menester advertir que esa epístola esperanzadora no podría rebasar el marco del más puro idealismo, a menos que el presidente Medina logre consensuar con la clase política, empresariado y mentada sociedad civil, el trípode sobre el cual se sustentarían esas revolucionarias políticas públicas que son los pactos Fiscal, Eléctrico y por la Educación, pues sin acuerdos sobre calidad del gasto, incremento del ingreso y otro que conjure la hemorragia de recursos para solucionar los déficits del sector eléctrico, no sería posible financiar el desarrollo ni promover equidad social.
Sobre el legado del anterior gobierno caracterizado por la ejecución de un vasto programa de infraestructura, de reformas jurídicas y políticas, pero matizado por inseguridad ciudadana y marcada impunidad, el presidente Medina procura articular una gestión con énfasis en lo social y comprometido con la transparencia, lo que ha sido bien recibido por la ciudadanía.
Es mucha la carga que pretende arrear el nuevo Presidente y largo y pedregoso el camino hacia el anhelado estadio de progreso, prosperidad, justicia y equidad, por lo que se requiere que la población se empodere de los sueños del licenciado Medina y le ayude a hacer más llevadero su vía crucis.

