Los incidentes de los últimos días en la zona fronteriza, que entre sus secuelas han motivado la suspensión del mercado binacional de Pedernales, contienen ingredientes que llaman la atención sobre el trasiego de armas ilegales entre los dos países.
No pasa por alto el hecho de que hordas haitianas trataran de derribar la puerta fronteriza de El Carrizal, Elías Piña, para rescatar a un comerciante de su país detenido de este lado de la isla por militares dominicanos.
El comerciante fue entregado a las autoridades haitianas, reclamado en su país por supuesto tráfico de armas de fuego.
El caso del comerciante haitiano no puede dejar de relacionarse, aunque no tengan ningún vínculo, con los frecuentes decomisos de armas de fuego de distintos calibres transportadas de manera clandestina desde Estados Unidos.
Es lógico pensar que con la prohibición de la venta de armas a comerciantes y grupos haitianos este país sea utilizado como canal para el trasiego irregular de los artefactos.
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Se presta a sospecha la presencia de haitianos encapuchados entre los que reclamaban en El Carrizal la liberación del comerciante.
Además de prestar más atención a la seguridad de la zona fronteriza el caso del contrabando de armas desde Estados Unidos adquiere ahora más preponderancia. Tal parece que muchas de esas armas tienen como destino las pandillas que han sembrado la violencia y el terror en la vecina nación.
