“Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”, lo escribió, lo dijo y lo repitió Neruda; hasta hace poco nuestro lenguaje se enriquecía cuando escuchábamos canciones, poemas, historias cantadas, recitadas y contadas con respeto absoluto a nuestro idioma y sobre todo a la gente.

Era alucinante escuchar en las mañanas a don Mariano Lebrón Saviñón. Sus palabras eran como monedas de oro que uno esperaba oirlas para aprenderlas y colocarlas en nuestra alcancía del vocabulario. Por eso teníamos menudo para devolver, y valían oro.

Las décimas de Huchi Lora, las han sustituido los “artistas” de la improvisación, que cantan, gritan y hacen bulla, que se comen las eses, que cambian la r por la l. Todo lo han cambiado. Es cierto, “nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”.

La Luna, que antes se vestía de plata y se vestía de amor, como lo señalaba “La Espiga de Ébano” en la canción Luna sobre el Jaragua; esa Luna a la que cantaba Rafael Colón, y la que inspiraba a los vates que construyeron tantos puentes de amor a través de sus poesías que usaban los enamorados para llegar al corazón y conquistar a la mujer amada.

Ahora, la luna ya no inspira, ya no coquetea con los poetas, ni Cupido la visita. Ahora se le canta al sexo, al alcohol, a las drogas, a la falsa riqueza.

Qué desafortunados son esos famosos urbanos, que con menos de 10 palabras componen una “canción”, y cuando se le agota su pobre vocabulario acuden a lastimar el idioma de Cervantes, el nuestro, el más puro y el más bello. Se inventan palabras que luego las consume y repite gente decente sin saber su origen ni la razón de su creación. ¡Perdónalos, Señor!

Pero, tampoco son los mismos lo que antes llaman “chopos” o “rastreros”, ahora se han unido y todos cantan desafinados un nuevo género musical, de donde salió la palabra más citada en los últimos días: Teteo.

Por: Fidel Sánchez
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