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¿Cambiar qué?

¿Cambiar qué?

Luis Abinader Corona, líder del PRM, partido a vencer al PLD en las presidenciales de mayo 15, tiene como apelativo motivacional la oferta del cambio en el estilo de gobierno por ocho años del presidente Danilo Medina, ocasión propicia para identificar cuál o cuáles cambios contienen la base programática de su proyecto presidencial, que no ha presentado a sus paisanos, sino retazos como pinceladas inconclusas y borrosas de una acuarela.

Las evidentes falencias del PLD se identifican primero con la irresponsable y punible altísima deuda externa contraída por los gobiernos de Danilo Medina que trepa a US$44 mil millones, sin que Abinader explique al país como enfrentará esa múcura que involucra el 53 por ciento del PIB, y el estilo de financiar con recursos propios las grandes obras de infraestructuras pendientes para las que solo dispone de un 15 por ciento, sabido que el gigantismo burocrático estatal consume el 40 por ciento del PIB, y si continuará con el cuestionado programa visitas sorpresas sin garantías bancarias a los destinatarios y con el 40 por ciento de la inversión con deudas internacionales, temas de economía básicos que tendrá que enfrentar, y que no ha mencionado.

Abinader no ha expuesto al país la forma como resolverá el caos del tránsito terrestre específicamente en el GSD y Santiago de los Caballeros, tampoco la estrategia para frenar el auge del crimen y el pandillerismo del narcotráfico y el escenario deprimente de violencia de género que causa la muerte de 200 mujeres cada año, y la forma de concientizar a sus paisanos en relación al real valor de la mujer como conductora del hogar, cuido de los críos y dadora de prole creadora del núcleo familiar que es la base de toda sociedad, y el trato a dispensarle y el respeto merecido cuando decida suspender una relación en forma civilizada y no ipso facto agredirla o asesinarla. Eso no lo ha abordado.

Generaliza la impresión concerniente a que Abinader avienta un aire triunfalista con los soportes motivacionales del hastío del Ancien Régime del PLD en su trayecto de 20 años del poder, y de Danilo Medina en su declinante y penosa fase final, rechazo a las persistentes denuncias conectadas con la corrupción cúpula del PLD, como poderosos factores y anatemas que reditúan a su proyecto presidencial, factores nodales que avalan su candidatura, reitero, ausente de méritos propios.

Ese conjunto de apreciaciones palpables y comentadas cuando se reúnen más de un dominicano parece que no impactan ni concientizan en Abinader que es depositario y causahabiente de la división por primera vez del PLD, y rodeado de incapaces en estrategias y comunicación, obvia que enfrenta aún un PLD financieramente poderoso, con el aferrado instinto insomne de no renunciar a manejar RD$200 mil millones a su antojo, sin controles, sin que ninguno hubiese producido un centavo de esos montos colosales.

Resulta obvio que para Abinader ninguna dirigente del PRM dispone de méritos políticos por labor destacada, cuando se decanta por escoger como compañera de fórmula presidencial a una desconocida Raquel Peña viuda Antuña, una docente vicerrectora de PUCMM, que siendo el autor nativo de Santiago de los Caballeros, jamás escuché su nombre, escogida para acompañarle con el singular aval de pertenecer a la tradicional oligarquía santiaguense, y sobre todo, cofrade de Agripino Núñez Collado, quien perdió su rol de árbitro, por dos de sus abogados ser encumbrados funcionarios del Ancien Régime.

Abinader nunca ha expuesto su política ante Haití y más de un millón de haitianos indocumentados que el PLD ha consentido en 20 años, peligrando la soberanía nacional, su estrategia para enfrentar ese problema, sin mencionar un TLC con el incordioso vecino, tema que solo denuncia la Fuerza Nacional Progresista.

Conforme el universo reiterativo, los sondeos señalan que Abinader aventaja a su principal contendor del PLD en las presidenciales de mayo próximo, que personalmente no cuestiono, por Abinader constituirse en el único beneficiado con la división del PLD, factor que consiguió auparlo al poder en cinco elecciones, además del poderoso esteroide del hastío generalizado del PLD, incidencias frágiles pero hoy determinantes para Abinader capturar el poder, reiterando sin méritos propios, ausente de carisma, discurso, programa de gobierno sin exponer, además de inexistencia de carácter para enfrentar los grandes retos legado del PLD con deuda aplastante y economía ralentizada por efectos del coronaviro con impacto devastador al turismo y productores agropecuarios que suplen a ese sector más de RD$100 mil millones anual, y con una desplazado sanedrín con recursos económicos poderoso que dificultarán conducirlos a los tribunales, peor de no obtener mayoría congresual para diafanizar el origen de fortunas denunciadas en ensordecedores decibeles, inclusive juventud empoderada en la Plaza de la Bandera, presagiando desde ya, presentimientos de un devenir muy cercano al fiasco. Porque es mi criterio que ningún presidente oligarca de cuna, en cualquier país, ha demostrado aptitudes para gobernar.

El Nacional

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