A quien pueda interesar.-

Pongo en alerta a funcionarios, amigos, compañeros y relacionados, para explicarles que no he autorizado ni enviado a nadie a solicitar ayuda ni favores, tras la trágica muerte de mi hijo Richard Vladimir Bonilla Domínguez (Papito).

No soy dado a esas cosas, no aprovecho circunstancias para sacar provecho económico personal, no es mi formación. Por ende, desautorizo y rechazo a cualquier persona que pida colaboración a mi nombre. Y excusas a los que hayan sido sorprendidos en su buena fe.

Aprovecho para dar las gracias a todos los que expresaron pésame y solidaridad por tan amargo y doloroso momento, difícil para nuestra familia olvidar a nuestro querido “Papito”.

Teófilo Bonilla

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Siempre noviembre

¿Qué salvó al juez Brette Cavanugh, en Estados Unidos? Por un lado el caso se politizó y fue visible el pugilato entre republicanos y demócratas, y vencieron los republicanos, y salvaron a Cavanugh.

Otro asunto en contra de la señora Christine fue que, por vergüenza, nunca denunció el caso, y este, por tanto, no constaba en archivos como evidencia de lo sucedido. La conclusión a la cual arribar es que los casos como estos, no deben perimir en el tiempo, y que las denuncias hay que hacerlas. Estos son importantes aprendizajes para las mujeres dominicanas.

La resonancia que en el país tuvo el caso del juez Cavanugh, trajo a buen momento un feminicidio ocurrido en el país hace aproximadamente tres décadas, y en el que se vinculó al exsecretario de Educación, el señor Leonardo Matos Berrido, siendo su esposa la víctima.

Aunque no se ha iniciado ningún activismo al respecto, a propósito de noviembre como el mes de la no violencia contra la mujer, bien podría revivirse este caso, pues si el dolor no perime, la justicia tampoco debe perimir, y aunque este caso debe ser de orden público, si la familia de aquella mujer quisiera iniciar una acción, seguro que apoyo tendría.

Ojalá que al país le auguren muchos noviembre en que, a base de prevenir y sancionar con profundidad, tengamos historias para recordar, y ni un solo caso para lamentar.

Melania Emeterio Rondón