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Como cada domingo

Como cada domingo

El asesinato de una profesora estadounidense residente en Cabarete, Puerto Plata, estrangulada por desconocidos y que es parte de una sangrienta relación en este noviembre, designado como Mes Contra la Violencia a las Mujeres, y que se ha llevado una cantidad record de mujeres sacrificadas con crueldad y barbarie, en una oleada que en parte ha contado con la indiferencia o la complicidad implícita de funcionarios del sistema de justicia indolentes e incapaces de entender el drama de una masculinidad formada en el sentido aberrante de ser dueños de la vida y la muerte de sus “amadas”, con una trágica forma de amar: matarlas de la forma más cruel posible.
Ya está bueno.

No es posible.
No se puede admitir.
No podemos seguir conviviendo con tanta sangre innecesaria.
Hace dos semanas escribimos que el feminicidio nos ha vencido como sociedad.
Pero duele rendirse.

Lacera, hay que admitir que somos incapaces de vivir en una sociedad que mata una mujer cada dos días.
Es un grito innombrable, aceptar que la sangre de estas mujeres no nos duele. Nos golpea el hecho de que, tras haber creado tantos y tantos organismos policiales, judiciales y ministeriales (sin dejar de reconocer que en ellos hay gente consciente que ha trabajado para evitar que al menos sea mayor el número de víctimas cotidianas del feminicidio), seguimos en el mismo trayecto de muerte y luto.

No.
Me agota
Me asfixia.
No es posible.
¡Ya ….paremos esta locura!
¿Mereceremos el apelativo de sociedad civilizada ante estas vidas conculcadas de forma tan bárbara?