La terrible situación política en su país provocó una temprana dispersión familiar. Tras la muerte trágica de dos de los miembros masculinos, el hermano mayor fue el primero en emigrar.
En la nación de acogida contrajo matrimonio con la heredera de un importante emporio empresarial. Tras él, fueron arribando una tras otra todas sus hermanas, a quienes colocaba en alguno de los negocios de su suegro.
El motivo de la llegada de la menor no fue económico, sino el impulso que concitan los resortes irresisitibles de un corazón enamorado.
Visitando sus familiares, conoció a quien pronto sería su esposo.
Aquella unión fue un fracaso absoluto. Realizada en intimidad en el país de ella, con la promesa de hacer una gran ceremonia en la patria de él, la que nunca se materializó.
Como si su destino fuera vivir en el extranjero, contrajo segundas nupcias con un caribeño, en cuyo territorio insular se establecieron.
Así, se sucedieron años en que solo en una ocasión pudo reunirse la totalidad de los hermanos.
A propósito de la boda de una sobrina, se propusieron hacer todo lo posible por estar presente la mayor cantidad de integrantes de la familia.
De esa forma, se encontraron todos los hermanos; varios sobrinos y un buen número de primos.
En igual proporción, viajaron parientes del cuñado, papá de la sobrina contrayente, entre ellos, su hermana residente en Estados Unidos, quien tenía mucho tiempo sin compartir con este y sus otros tres hermanos.
La felicidad de todos ante el hecho era indescriptible.
La ceremonia y la fiesta fueron un resaltable acontecimiento.
Aquello inició a las dos de la tarde y todavía a las cuatro de la madrugada había parejas disfrutando uno de los diversos ritmos musicales que amenizaron la prolongada velada.
Al día siguiente, hubo un segundo festejo, en el cual, se agregaba el cumpleaños del marido de la residente en El Caribe.
La alegría surgía a borbotones en una mezcla armónica de risas y nostalgias.
Al final de esta nueva celebración, sonó el celular de la tía de la novia que vivía en Austin.
A todos alarmó el estruendoso grito que lanzó.
Su hermano había caído fulminado por un infarto agudo al miocardio.
“Así de irónica suele ser la vida”, dijo con evidente tristeza. “En mi equipaje, toda mi ropa es apropiada para celebrar.
Ahora debo acudir a distintas tiendas a dotarme de las vestimentas adecuadas para un funeral”.