El alto costo de la vida tiene que ser controlado. Es luchando contra corriente, pero los precios de los alimentos de primera necesidad, las medicinas y los servicios están indetenibles. Es imposible, una economía que se sustenta en los vaivenes de la prima del dólar.
Hora es de qué haya una verdadera y firme decisión de los sectores oficiales de poner controles a esos aumentos, que afectan a millones de dominicanos. No es cierto que los comestibles tengan precios a ras de suelo.
Por el contrario suben de día a día, y en muchos supermercados por horas. Por lo menos hay que dar una explicación de esta situación que lleva a niveles de desesperación a miles de dominicanos.
No solo se debe analizar contando con los estimados del Banco Central. El organismo presenta un país con una economía saneada, donde todos tienen lo suficiente para el diario vivir. Eso no es verdad, con el peso en caída nadie tiene segura la subsistencia.
La macroeconomía que ve el Banco Central existe fuerte y firme. Favorece a los grandes capitalistas, y a los inversores de primer nivel. Pero, al mismo tiempo, se producen estragos en los pequeños y medianos empresarios y en los consumidores.
Lo juicioso es mantener una super-economía que esté boyante, y otra que necesita ayuda urgente para poder salir a flote. Con los sectores populares no solo son necesarias y suficientes las medidas de protección y auxilio social.
Se necesita algo más. Hay grupos poblacionales que no van a la caridad pública, o a la entrega de asistencia de solemnidad, y a éstos hay que tenerle respeto y protección.
El gobierno debe conformar una mesa de emergencia para tratar todo lo derivado de los precios de los artículos de primera necesidad, de las medicinas, de los servicios y del diario vivir.
Esa mesa buscará la forma de abaratar los precios de los comestibles. Analizando que artículos en verdad tienen que ser aumentados, y los que podrían estar baratos, pero son zarandeados por la especulación.
Lo mismo pasa con las medicinas que sufren aumentos desproporcionados en ocasiones, y obligan a muchas personas a tener que suspender tratamientos vitales. Hay que proteger al ciudadano y quitarle carga de los hombros, para que se pueda dedicar a una producción feliz.
Con equidad, con eficacia, pueden convivir el gran capital y el hombre de a pie que solo busca la subsistencia. Es el equilibro del poder sobre el que se basa la democracia. Trabajar por el bien común es la mejor forma de lograr la estabilidad social.
Por: Manuel Hernández Villeta