La cortina de hierro con la que Estados Unidos y Europa procuran aislar a Rusia, amenaza con retrotraer al mundo a la crisis causada por la pandemia del coronavirus, caracterizada por trastorno en el comercio internacional, alzas en precios de fletes y materias primas con secuela de inflación generalizada.
La pandemia, que afloró en 2020, sorprendió a miles de contenedores en puertos de destino y no en lugares de producción o embarque, con drástica disminución de la producción manufacturera y tecnológica. Desde que comenzó la invasión a Ucrania, cientos de buques deambulan por los mares, sin poder descargar sus mercancías.
La renovada crisis en el comercio mundial se acerca vertiginosamente al punto crítico que condujo el colapso sanitario en diciembre de 2020, cuando la economía mundial se redujo a su punto mínimo con graves secuelas de recesión y pérdida de empleos.
Como consecuencia del bloqueo que Occidente ha impuesto a Rusia, resurge a nivel mundial el fantasma de la inflación galopante expresada en alza y escasez de granos, petróleo, metales, commodities de origen agrícola, madera y plásticos, así como productos industriales y de alta tecnología.
Influyentes miembros de la Unión Europea intentaron en principio excluir productos esenciales de importación en el paquete de sanciones comerciales a Rusia, como fueron los casos de Italia, que pretendía dejar fuera artículos de lujo, Bélgica, sus diamantes y Alemania, petróleo y gas.
Al final, Europa y Estados Unidos se alinearon en imponer a Moscú un bloqueo total comercial y de congelamiento de activos, cuyos efectos ya se reflejan en el comercio mundial y en el freno a la recuperación de las economías europeas, aunque todavía la mayoría de los más de dos mil buques rusos tanqueros o de carga no han sido afectados por las sanciones.
Ni aun con un inusitado incremento de los potenciales de exportación e importación de China Popular, el comercio internacional podría suplir la paralización de Rusia y Ucrania como grandes exportadores de granos, petróleo y gas, por lo que las previsiones son que la inflación continuará en expansión.
Lo mismo que cuando surgió el coronavirus en Wuhan, China, a más de diez mil kilómetros de distancia, la crisis económica y financiera derivada de la guerra de Ucrania, ya se siente con fuerza en República Dominicana, cuya crasa visión insular debe dar paso a un enfoque global de cómo afrontar este terremoto.