Semana

Creencias taínas sobre el sexo femenino

Creencias taínas sobre el sexo femenino

Fray Ramón Pané, cronista de Indias, quien por encargo del almirante Cristóbal Colón, escribió acerca de las creencias de los indios Taínos, narra que al encontrar a las mujeres sin su sexo buscaron a un pájaro que se llamaba Inriri, el cual agujerea los árboles, y al que llamamos Carpintero y se lo ataron al cuerpo.

Y continúa la narración mitológica, que el ave creyendo que las mujeres eran maderos empezó la obra acostumbrada, picando el pecho de las mujeres y al ver que no pasaba nada lo dejó, luego llegó al ombligo y no encontró nada y cuando hubo de llegar a la parte del sexo de las mujeres dio un picazo y al ver que salía un liquido vizcoso y claro  continuó su obra.

Cuando hubo de terminare lo retiraron porque quería hacer de aquel hueco su morada. Y fue así como cuentan los Taínos que obtuvieron las mujeres Taínas su sexo, según narraban los más viejos y que por más de quince siglos estuvieron creyendo todos.

Contaban que, luego de que el Pájaro Carpintero hiciera su trabajo, todos los hombres de la región se fueron a la isla donde habitaban las mujeres sin sexo, las trajeron y les hicieron lo mismo que a las anteriores.

Y hubo de renacer de nuevo la alegría y la felicidad en toda la isla. Los niños jugaban alegremente, los hombres en sus trabajos y las mujeres en los oficios.

Y desde entonces ya no son molestados, ni engañados por Guahayona, aquel que se había llevado las mujeres y les quitó el sexo, por que el dios Aujucatex  “Ave que vuela sólo de noche”,  llevándose a los que hacen mal a los demás, se lo llevó y los hizo su esclavo.

Y cuentan que por eso, cada vez que el cielo grita es Guahayona, gimiendo de dolor por el castigo a que lo tiene acostumbrando el dios Auyucatex. Así lo creían y lo creyeron los indios Taínos de la isla de Quisqueya, posteriormente La Hispaniola, y ahora República Dominicana su parte Este, y República de Haití, el Oeste.

Se conoce poco de los ritos de iniciación al matrimonio taíno. Lo más probable es que la pérdida de virginidad tuviera lugar en una actividad ceremonial o preceremonial (próxima al matrimonio), al final de la etapa en que la adolescente deja de “ser casadera”, y no en cualquier otro período. La “pérdida de virginidad” parece ser una actividad sexual más preceremonial o ceremonial que prematrimonial. En este sentido, no existiría tal “libertad sexual” los años anteriores al matrimonio.

Una de las ceremonias del “casamiento” de los indios de Cuba era que los invitados “se echan con la mujer”. La “probaban” todos los caciques, si el marido era cacique o todos los plebeyos si el marido era plebeyo. “E después que muchos la han probado sale ella sacudiendo el brazo, el puño cerrado e alto diciendo en alta voz: ‘Manicato, Manicato’, que quiere decir esforzada o fuerte e de grande ánimo quassi loándose que es valerosa e para mucho” (Oviedo: Historia).

Detrás de la castidad del joven y la joven está, tal vez, el tabú y el mito de la “vagina den­tada” de los indios de Vene­zuela y las Guayanas. Unos peces caribes (las pirañas), escondidos en el sexo femenino, impiden la desflora­ción femenina y amenazan con la castración masculina. 

Divorcio

El proceso del divorcio era sencillo entre los taínos y los caribes, sin grandes complicaciones ni arrebatos de cólera ni llantos. “Por cualquier voluntad del hombre o de la mujer se apartaban, e se concedían a otro hombre sin que por eso hubiese celos ni rencillas” (Oviedo). Los hombres caribes tenían la liber­tad de abandonar a sus mujeres, pero las  mujeres no te­nían ese derecho (dualid­ad moral).

Fidelidad 

La mujer guardaba fidelidad a su marido, y éste a su mujer o mujeres, cuando tenía más de una. El adul­terio se penalizaba con la muerte del adúltero y, a veces, con la muerte de la mujer infiel. Los caribes podían perdonar a la mujer infiel, pero jamás al amante (J. B. Dutertre).

El hombre era muy celoso, contrario a la mujer, taína y caribe, quien no celaba al marido de sus otras mujeres. Estaba prohibido el matrimonio entre primos y hermanos.

El Nacional

La Voz de Todos