
La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) también advirtió que la falta de fondos está provocando "un rápido deterioro de las condiciones en los lugares de desplazamiento Puerto Príncipe". / Archivo
Santo Domingo.-En Haití, la prolongada crisis económica, junto a las tensiones sociales, la inestabilidad política, la inseguridad y la agitación civil, ha provocado que el número de haitianos desplazados de sus viviendas se eleve hasta alcanzar las 580,000 personas, lo que representa un aumento del 60 % desde marzo de 2024, según un reporte de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En abril de 2024, la violencia armada obligó a más de 50,000 personas a abandonar sus hogares en el Departamento Central.
La toma de Mirebalais por parte de pandillas llegó incluso a aislar la ciudad fronteriza de Belladère del resto del país.
Actualmente, el número total de personas desplazadas internas supera el millón, triplicándose en tan solo un año, según el mismo informe.
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La OIM reporta que, en agosto de 2023, la violencia armada desplazó a 20,719 personas en menos de un mes. En septiembre de ese mismo año, nuevos ataques armados en el Departamento Central forzaron a otras 10,026 personas a abandonar sus hogares.
Para octubre de 2023, cerca de 200,000 haitianos ya se encontraban en situación de desplazamiento interno. Hoy esa cifra ha escalado a 580,000, reflejando un alarmante incremento del 60 % desde marzo de 2024.

En medio de esta crisis emergen historias de resiliencia e innovación. Una de ellas es la de Pierre Louis Samuel, un joven que vivía en Carrefour-Feuille antes de ser forzado a dejar su hogar debido a la violencia.
Actualmente reside en un anexo del Ministerio de Educación Nacional, que ha sido acondicionado como refugio para personas desplazadas internamente.
A pesar de las duras condiciones, Pierre ha encontrado la manera de poner en práctica sus habilidades para generar un impacto positivo en su comunidad y combatir la contaminación por plásticos en Haití.
La contaminación plástica representa un grave desafío en el país. Los desechos mal gestionados se convierten en criaderos de mosquitos, transmisores de enfermedades como el dengue y la malaria.
Durante la temporada de lluvias, estos residuos bloquean los sistemas de drenaje y causan devastadoras inundaciones. Además, las carreteras obstruidas dificultan la movilidad y el acceso a servicios esenciales.