La crisis haitiana no es una responsabilidad de la República Dominicana. Es de aplaudir la posición del presidente Luis Abinader,y los expresidentes, pero tenemos que estar claro que el país no puede intervenir directamente en los problemas que ocurren al otro lado de la frontera.
Los organismos internacionales no necesitan el permiso dominicano para intervenir en Haití. La Organización de las Naciones Unidas ya pisó tierra haitiana con sus cascos azules, y nada se consiguió.
Por el contrario la crisis actual de Haití fu generada por los desaciertos de una intervención militar que no tuvo logros. Se habla hoy, como un recuerdo negativo, de la gran cantidad de niños sin padres que dejaron los integrantes de los cascos azules.
Una de sus primeras resoluciones fue la idea alocada de eliminar el ejército y la policía, y posteriormente retirarse de Haití, dejando ese país a merced de las nuevas pandillas.
Esos militares que vivían del uniforme y de apretar el gatillo constituyen hoy la parte fundamental de las pandillas. Hay versiones que parte del liderazgo político respalda y sirve de contraparte a los pandilleros.
Las intervenciones militares siempre son odiosas, y casi nunca logran los objetivos trazados en el papel. Pobre del país que para subsistir necesita las botas extranjeras.
Pero en el caso haitiano hay que ser claro y objetivo, ese país no tiene fuerzas para que con sus propios recursos pueda retornar a la democracia. Cada día se hunde más en el infierno social.
La República Dominicana necesita que haya paz y tranquilidad en Haití, como forma segura y objetiva de reducir el número de indocumentados que hay en nuestro territorio. Cada día llegarán más migraciones buscando aquí mejores condiciones de vida.
Pero la solución a la crisis haitiana no es a corto plazo. Primero hay que eliminar las pandillas, y posteriormente ir tendiendo los lazos para el florecimiento de la democracia. Senda tortuosa y difícil, con muchas pruebas insalvables en cada tramo.
De modo unilateral los dominicanos no pueden ir al escenario de la virtual guerra civil de los haitianos. De ahí la importancia de que cada paso sea coordinado con las Naciones Unidas, y la Organización de Estados Americanos.
Lo importante es que se eliminen las pandillas y que en Haití florezca la democracia, con la celebración de elecciones libres y democráticas.
No pueden integrar los guardias dominicanos en una fuerza de combate internacional, ni puede ser utilizado nuestro país como campamentos de refugiados.
Por: Manuel Hernández Villeta