La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) enseña sus garras políticas con su oposición a la designación del hasta ahora ministro de Trabajo, Luis Miguel De Camps, en la cartera de Educación.

El gremio pierde de vista que De Camps no es el maestro Ciruela, sino un profesional y docente de una universidad de prestigio, cuya función es gerencial. Es obvio que a la ADP le hubiera gustado que en la cartera hubieran designado a un maestrico para poder narigonearlo con paros en las escuelas y otro tipo de presiones. No descalifica a De Camps para desempeñar y realizar una eficiente labor que, como alega la ADP, sea ajeno al sistema educativo preuniversitario.

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Si el presidente Luis Abinader lo designó en sustitución de Ángel Hernández es porque ve en él las herramientas para desempeñar el cargo. Lo de que en el PRM haya muchas personas con condiciones para dirigir la cartera, como expresó la ADP, no se discute. Pero tampoco es un asunto que no incumbe al gremio. Antes de sacar las garras la organización no solo debió informarse mejor sobre el perfil de De Camps, sino esperar su desempeño para efectuar una evaluación.