¡Éxitos, Presidente!
(I)
Hace ya mucho tiempo 52 años, en realidad, el autor de esta columna estuvo obligado a residir fuera del país, por decisión del Presidente de la República que era entonces el Doctor Héctor García Godoy, impuesto en esas funciones por el gobierno de los Estados Unidos de América, presidido por Lyndon B. Johnson, quien había ordenado a partir del 28 de abril de 1965 la Segunda Intervención Militar en territorio dominicano. Esa decisión, disfrazada después como Fuerza Interamericana de Paz (FIP), por una decisión aprobada ilegalmente por la desprestigiada Organización de Estados Americanos (OEA), tenía como objetivo fundamental aplastar el levantamiento Militar Constitucionalista que se había iniciado el 24 de ese mes para restablecer el gobierno Constitucional presidido por Juan Bosch, que había triunfado en las elecciones nacionales celebradas el 20 de diciembre de 1962.
El gobierno de Juan Bosch que se juramentó el 27 de febrero de 1963, había ganado esas elecciones con el 60 % de los votos depositados en las urnas electorales. Pero el Gobierno estadounidense, la oligarquía criolla y las autoridades más importantes de la Iglesia Católica, no querían a Juan Bosch como presidente de la República. Juan Bosch no solo era el escritor dominicano de mayor proyección internacional, reconocido particularmente en Hispanoamérica, como el más notable escritor de cuentos y de otros géneros. La elección de Juan Bosch era la apertura del camino hacia un régimen patriótico, democrático, responsable, que haría que los dominicanos, en el escenario político avanzaran notablemente, pero los yanquis y la oligarquía criolla derribaron ese gobierno el 25 de septiembre de 1963, acusando a Juan Bosch de ser comunista y de anunciar que los bienes de la inmensa fortuna que Rafael Trujillo Molina acumuló a expensas del trabajo y sacrificio del pueblo, sería utilizada para beneficio exclusivo de los dominicanos.
Un gobierno entreguista y corrompido llamado Triunvirato, sucedió a Juan Bosch, y ese gobierno fue derrocado el 24 de abril de 1965, por un sector mayoritario de oficiales de las Fuerzas Armadas, apoyado militantemente por el pueblo. Fue después de siete meses de enfrentamiento contra las tropas invasoras que el pueblo, bajo la dirección del gobierno Constitucional de la República en Armas, presidido por el Coronel Francisco A. Caamaño Deñó, que el autor de esta columna participó en la delegación dominicana en la primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina, llamada la Tricontinental, celebrada en la Habana, capital de Cuba, dirigida por el Gobierno Revolucionario encabezado por Fidel Castro Ruz. Esa Conferencia aglutinaba a los pueblos de los tres continentes, que tenían fuerzas revolucionarias, dispuestas a luchar contra el imperialismo yanqui, como lo estaba haciendo Vietnam, y como lo había hecho el pueblo dominicano, al que Fidel Castro Ruz saludó como «Pueblo Legendario, Veterano de la Historia y David del Caribe”.
Obligado a vivir en el exterior, el autor de esta columna viajó hacia otros países del mundo, entre los cuales estaba, la República Popular China, esa importante nación asiática. En los finales del mes de mayo de 1966, volvimos a París, después de haber permanecido en China por período de un mes y veinte días. Hace 52 años de aquel momento tan importante en nuestra vida y de la visita a la República Popular China de la que hablaremos en la próxima columna.