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Crónica del presente

Crónica del presente

Euclides Gutiérrez Félix

¡Máximo López Molina!

Este es un personaje realmente legendario de la historia política contemporánea del pueblo dominicano. Máximo, a quien  el autor de esta columna conoció aquí en nuestro país y lo volvió a ver en París, Francia, donde  había establecido su residencia, obligado al exilio impuesto por las autoridades dominicanas.

En la capital de Francia, conocida como la capital  cultural del mundo, residía en un pequeño hotel establecido en el sector de Saint Michel, acompañado de una dama distinguida que era su compañera, que le hacía y mantenía un acogedor ambiente familiar en ese exilio injusto y desconsiderado, al que las autoridades dominicanas de aquel entonces le habían obligado.

 Máximo, hombre valiente, decidido y firme había vivido en el exilio desde los años de su juventud, particularmente en Cuba; y en Cuba junto a otros compañeros exiliados anti-trujillistas, había fundado el Movimiento Popular Dominicano (MPD).

  En los inicios de lo que se veía llegar en la hermana isla de las Antillas Mayores, acontecimiento que era el triunfo de la revolución,  encabezada por Fidel Castro Ruz contra la dictadura de Fulgencio Batista que servía incondicionalmente a los intereses imperialistas económicos y políticos de Estados Unidos de América.

Máximo y su compañero Andrés Ramos Peguero levantaban la consigna en Cuba que solamente encabezando un  levantamiento militar contra la dictadura de Trujillo, este podía ser expulsado del poder que encabezaba cerca de  30 años.

El autor de esta columna algo más que un adolescente, escuchaba por la radio (COCO) difusora del Partido Socialista Popular de Cuba, a los dominicanos que combatían el régimen trujillista. En aquel entonces, aunque éramos estudiantes en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo, mis padres vivían en Montecristi en las plantaciones bananeras de la Grenada Company, División Berlanga, propiedad de la United Fruit Company.

 En un acto de valentía que honra sus nombres Máximo y su compañero Andrés Ramos Peguero, decidieron regresar a la República Dominicana acogiendo una tregua que supuestamente Trujillo había concedido a sus adversarios que vivían en el exterior, para que vinieran a ejercer actividades políticas en nuestro país.

Así lo hicieron, y establecieron aquí el (MPD) y en  poco tiempo habían reclutado un número considerable de jóvenes e instalaron el Local de su partido en la que era Avenida José Trujillo Valdez, hoy Avenida Duarte, al lado del Cinematógrafo Max. Pero el régimen infiltró agentes entre esos jóvenes agresivos entre los cuales estaba un amigo de infancia del autor, compañero en la Escuela Pública de varones, ¨Honduras¨, aprendiz de sastrería que se llamaba Sami Virgil. A Sami, el autor de esta columna advirtió que Trujillo era ¨un asesino político, intolerante, represivo y selectivo¨.

Lo que vino después fue una represión criminal contra los dirigentes y miembros del (MPD) entre los cuales se fueron algunos conocidos del autor y amigos, sin llegar a los grados de la intimidad que teníamos con Sami Virgil.

Han transcurrido más de 60 años, de aquellos episodios del Movimiento que encabezaba y  que era fundador, desde Cuba, Máximo López Molina, quien profesaba mucho respeto por Juan Bosch, el Gran Maestro Político y de América, a quien hemos calificado como el ¨Presidente Moral Eterno de la República Dominicana¨. Estamos obligados a honrar la memoria de Máximo López Molina, porque él y sus compañeros, actuaron como hijos valientes y decididos de este ¨¨Pueblo Legendario, Veterano de la Historia y David del Caribe¨.

 Por: Euclides Gutiérrez Félix información@elnacional.com

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