Borges no era un “aristócrata” y tenía que ganarse el mango. Fue un trabajador de la literatura como cualquier otro. Escribía prólogos, artículos, daba conferencias en pueblitos, fue trabajador municipal en una biblioteca durante años, armaba compilaciones, traducía, escribía en la revista del subte.
Tres grafías se disputan el predominio como adjetivo derivado de Borges para indicar que algo es perteneciente o relativo al escritor argentino Jorge Luis Borges, nacido en agosto de 1899 y fallecido en junio de 1986. Las formas empleadas son borgiano, borgeano y borgesiano. Ya el asunto ha sido tema de debates.
Quizá la forma más conocida sea borgiana y es también la rechazada con argumentos más pertinentes, dado que también existe el apellido Borgia, de ingrata recordación en la historia de la Iglesia católica, por aquella familia perversa que asaltó el poder en la Santa Sede.
Veamos el primer ejemplo con ese adjetivo: “… la ocurrencia borgiana del lector inocente sugiere que solo participará en ese acontecimiento paradójico quien pueda aligerar su discurso de certidumbres teóricas o historiográficas, y desprenderlo de valoraciones consensuadas e intimidatorias”.
La cita corresponde al argentino Alberto Giordano, en su ensayo “Borges ensayista. La ética de un lector inocente”. (Borges esencial, Asociaciónde Academias de la Lengua Española y Real Academia Española, Introducción, 2017, pág. XXXIV).
De ese libro, he apuntado el siguiente uso de la voz borgeano: “Tras los textos borgeanos que componen la antología, la sección ‘Otras miradas’ reúne una serie de estudios monográficos” (Borges esencial, pág. XI).
Muy recientemente, Plinio Chaín, dominicano y seibano, publicó un ensayo que destaca un detalle importante en la relación de Borges con el maestro Pedro Henríquez Ureña.
Cito: “Esta petición aparece en el texto borgeano “El sueño de Pedro Henríquez Ureña”, incluido en la “Obra crítica” publicada por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica (1960)”. (Chaín, La saeta y el amigo: Borges, Pedro Henríquez Ureña y la muerte que viene callando, Areito, 29 nov. 2025).
Hurgando en el espacio “gugleano”, he dado con las opiniones de Emmanuel Noyola, escritor mexicano, quien asegura que: “… en la Argentina existe una Asociación Borgesiana de Buenos Aires. Hay también una Enciclopedia borgesiana en línea y un libro, sí, un libro, ¿por qué no?, con prólogo del propio Borges, llamado Colecticia borgesiana”.

Noyola publicó “Lo kafkiano de lo borgesiano”, en Letras Libres, México. En esa publicación cita a Luis Alberto Melograno Lecuna, escritor y artista plástico natural de Mar del Plata, moderador de un Foro Borgesiano, quien relató que, en una charla con Borges, le comentó que un grupo de noveles escritores, entre los que se encontraba, usaban el adjetivo “borgesiano”, en vez de “borgeano” o “borgiano”.
Cuenta Noyola que con aparente beneplácito a Borges le pareció apropiado el derivado, señalando que los jóvenes argentinos habían “madrugado a los franceses”, porque ellos estaban hablando también de lo “borgesiano”…
Ahora bien, tanto se ha dado con el adjetivo borgiano que este encontró asiento en el Diccionario de la lengua española. Veamos lo que dice: borgiano, na.
1. adj. Perteneciente o relativo a Jorge Luis Borges, escritor argentino, o a su obra. La poesía borgiana. Sinónimo: borgeano.
2. adj. Que tiene rasgos característicos de la obra de Borges.
La forma borgeana, tiene también su entrada en el Diccionario académico. Se define: borgiano. Sinónimo: borgiano.
El tratamiento indica que los académicos que incorporaron estas voces prefieren la grafía borgiana y admiten la voz borgeano.
Además, es cierto que muchos entendidos en literatura se preguntan por qué el adjetivo relativo a Borges no es borgesiano, sino borgiano y borgeano.
Este último es ideal como derivado de Borge (sin s), como el apellido de Tomás Borge, el político y poeta nicaragüense. De modo que puede hablarse de la poesía borgeana en referencia a él.
El Diccionario reconoce derivados de García Márquez (garciamarquiano) y de Rubén Darío (rubeniano).
Solo Borges disfruta el privilegio de generar tres adjetivos derivados de su nombre. Usted escoja.
