Editorial Opinión

Cumbre Celac

Cumbre Celac

La cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se inauguró hoy en Buenos Aires, Argentina, representa una oportunidad histórica para que el liderazgo del continente promueva un nuevo escenario de unidad y solidaridad para convertir la región en zona de paz y de justicia social.

El presidente dominicano Luis Abinader asiste a ese cónclave en representación de una nación que hoy es referencia de consolidada democracia e institucionalidad y de respeto a las libertades públicas, valores diezmados en otros países del continente.

Celac nació en 2010 como un contrapeso a la Organización de Estados Americanos (OEA), tildada de muy proclive a los designios de Estados Unidos y de la Unión de Estados del Sur (Unasur), definida como excluyente y sesgada, por lo que esta entidad tendría la misión de conformar “una zona de paz en el planeta”.

Es obvio que la situación actual en Latinoamérica y el Caribe no se corresponde con el objetivo de “unidad en la diversidad” ni de escalar niveles de colaboración entre los Estados; por el contrario, el continente ha sido como barril de pólvora a causa de agudos conflictos políticos y sociales.

Venezuela, Brasil, Perú, Argentina, Colombia, Haití, Cuba, Ecuador, Bolivia, Chile, Nicaragua, Honduras y El Salvador han sufrido severas convulsiones institucionales, que la mayoría no ha podido superar o que, por el contrario, se agravan.
Los nexos entre gobiernos del continente han estado matizados por desavenencias políticas que involucraron a Brasil, Argentina, Ecuador, México, Venezuela, Colombia y Nicaragua, razón por la cual la cumbre de la Celac es hoy tan importante para impulsar la unidad y la solidaridad en las Américas.

Son notorias las ausencias en esa cumbre de los presidentes de México, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, los dos primeros por aparente desavenencias con el mandatario anfitrión, y los otros por alegadas razones de seguridad, sin que esos líderes entiendan que deberían ser parte de la solución y no del problema.

República Dominicana, en la persona del presidente Abinader, tiene mucho que exhibir y que decir en la Cumbre de la Celac, no solo por su liderazgo y prestigio como nación democrática, sino también por su defensa de los principios de soberanía, autodeterminación y unidad continental, así como su reclamo para que la comunidad internacional acuda en ayuda de Haití.

El Nacional

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