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DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

¿Dependo mucho de otros?…

Cuando el psicólogo sospecha que un adulto de más de 18 años presenta una necesidad dominante y excesiva de que le cuiden, lo que conlleva un comportamiento sumiso y de apego exagerado a la separación que da señales en el inicio de la edad adulta, es posible que estemos frente a un trastorno de personalidad dependiente.

El DSM-V que es el manual que utiliza la Asociación de Psiquiatras de los Estados Unidos (APA), para clasificar y describir estos comportamientos, afirma que de tener 5 o más de los siguientes hechos es casi seguro que estamos frente a este quebranto del desarrollo emocional:

1.- Le cuesta tomar decisiones cotidianas sin el consejo y orientación de otra persona.
2.- Necesita de los demás para asumir responsabilidades en la mayoría de los ámbitos importantes de la vida.
3.- Tiene dificultad para expresar su desacuerdo con los demás por miedo a perder su apoyo o aprobación.
(no debe incluirse aquí el miedo real a recibir castigo).
4.-Tiene dificultad en iniciar proyectos o hacerlo por él mismo, debido a la falta de confianza en el propio juicio o capacidad o por falta de motivación o energía.
5.- Va demasiado lejos a fin de obtener apoyo y aceptación de los demás, a tal punto, que hace cosas aunque estas le desagraden.
6.- Se siente incómodo e indefenso cuando esta solo por miedo exagerado a ser incapaz de cuidarse a sí mismo.
7.-Cuando termina una relación estrecha, busca con urgencia otra relación donde se sienta cuidado y apoyado. “Un clavo no saca otro clavo”, suelo decirles a mis pacientes…
8.-Siente una preocupación no realista por miedo a ser abandonado y que tenga que cuidar de sí mismo.
En el lenguaje popular si se trata de un hombre lo califican de “mamito” y en el caso de las damas suelen tildarlas de “ pegajosas”.

Este tipo de actitud genera poco éxito y progreso en seres humanos que a pesar de su inteligencia, generalmente superior, suelen montarse en el arrojo e iniciativa de otros para poder “salir a flote”.
Con frecuencia la tendencia es parte de una crianza sobreprotectora en la cual madres, padres, abuelas o abuelos evitan que él o la niña viva sus propias experiencias riesgosas y aprendan a defenderse.

El otro extremo lo constituye un régimen de sanciones muy rígidas que crea inseguridad en el educando y se acostumbra a depender de comandos disciplinarios generadores de incertidumbre.
En el plano laboral el dependiente es incapaz de tomar iniciativas que no sean emanadas de los jefes por temor a la desaprobación.

La timidez o el “miedo a fallar o quedar mal” suele asociarse a esta condición.
En la vida estudiantil es capaz de llenar su examen de forma sobresaliente pero ,solo se siente más seguro si lo compara o lo confronta con un compañero al que le atribuye más desempeño.
El dependiente sufre mucho y suele vivir la vida guiado por otros.

Es recomendable la asesoría psicológica con ejercicios prácticos que mejoren la autoestima y generen autonomía.

El Nacional

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