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De salud y otras cosas

De salud y otras cosas

Dr. César Mella, Psiquiatra.

De paseo por Macorís del Mar

El domingo pasado me fui a mi provincia natal para ver un doble partido entre mi equipo, las Estrellas Orientales y los Toros del Este.

Adelanto que ganamos la doble jornada y nos afianzamos en el cuarto lugar de este campeonato dedicado al insigne narrador deportivo don Tomás Troncoso Cuesta.

Mientras cruzaba el rio Higuamo divisaba la catedral San Pedro Apóstol. Allí en mi condición de monaguillo ayudaba al Padre Justo, Atanasio, Milton Ruiz etc. Las misas iniciaban a la 6 de la mañana.

Bernardo Santana (Nando); Héctor Natera, Frank Payano y otros entrañables hermanos constituíamos un equipo de traviesos adolescentes.

El sacerdote se colocaba de espaldas al público y las oraciones eran en latín.¨
Pasé por el edificio Morey el primero de tres pisos en los años 20.

Me dirigí al barrio Miramar donde visualicé, lleno de buenos recuerdos el Colegio San Esteban en donde me gradué de bachiller junto a Ciprián Ramírez, Guicho Albizu y otros.

Alli conocí por vez primera a Maximiliano Gomez (el Moreno ) que regresaba no recuerdo si de China o Cuba con una aureola de icono de la izquierda.

Pertenecí a los Boys Scouts en la patrulla corre caminos que dirigía el intelectual petromacorisano Carlos Alberto Elias (Cuchi).

Jugué baloncesto del equipo D Junior de la Liga Centro dirigido por el baloncestista Roberto de apellido Isambert.
Recuerdo de esa etapa al pastor Amni Azarias Silva, Fui corredor de campo y pista bajo la conducción de los maestros cabo Cleto y Tomas Binet.

Me vinculé temprano a la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) participando en todas las movilizaciones que se producían contra los remanentes de la tiranía de Trujillo.

Jugué segunda base del equipo de béisbol Jabón Balay, en donde compartí con peloteros de la talla de Fidel Mejia y Joaquin Andújar, ambos idos ya.

En esa época cayeron en mis manos dos libros:” Por qué no soy cristiano” de Bentral Russel y “La religión al alcance de todos” de Rogelio Ibarreta, textos que cambiaron mis cosmovisión de forma radical.

Recuerdo de esos años el haber ganado un premio provincial de oratoria que organizaba el sociólogo Frank Marino Hernández y salí reconocido por la embajada de Estados Unidos como estudiante sobresaliente de la provincia.

Mi pasión era la pesca que practicaba con mis amigos Tango el hijo de Argelia y con mi medio primo Arístides Maya.
Mi padre y yo salíamos de madrugada, sobre todo en el lluvioso mes de mayo, a “coger cangrejos” con un saco y una humeadora que no era más que una tira larga de gomas de vehículo.

La cangrejera del patio de la casa era cuidada con esmero y con la cáscara de plátano y maíz los engordaba y alimentaba con mucho amor.

Era tal la cantidad de palomas de cuevas que penetraban a los hogares y había que bajarlos del techo.
Yo no atendía al juego sino que me la pasé disfrutando de un pasado glorioso.

Por: César Mella
cesarm2@codetel.net.do

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