Entre el 13 y el 17 de septiembre de 1988 -participando en un seminario sobre La violencia y la responsabilidad de los medios de comunicación- me causó desmesurada curiosidad que periodistas y otras figuras públicas antes de salir de sus casas en Bogotá (Colombia) duraban 10 y 15 minutos vigilando discretamente hacia la calle, desde galerías y persianas asustadizas.
Diariamente, decenas de personas caían abatidas y otras tantas eran secuestradas, en lo que a la sazón era considerada la ciudad más insegura del mundo. Poco después de celebrado el seminario sobre la violencia y cómo afrontarla desde los medios de comunicación, dos de los periodistas participantes fueron secuestrados: Diana Consuelo Turbay, directora del noticiario de televisión Criptón y de la revista Hoy por Hoy.
A los tres meses de su cautiverio, cayó abatida en un fuego cruzado de balas, durante un operativo de rescate del Ejército. Otro concurrente del seminario, Francisco Santos, jefe de redacción del diario El Tiempo, en el lapso de unos 6 meses estuvo secuestrado por La Guerrilla, lo que le causó un sensible impacto emocional.
Los narcos ejecutaron a tres candidatos presidenciales: Luis Carlos Galán, en 1989; Bernardo Jaramillo, en 1990, y Carlos Pizarro, también en 1990, por los programas que fomentaban y por el temor de que de estos arribar al poder fueran extraditados a los Estados Unidos.
En la década de 1980, norteamericanos se involucraron en el tráfico y el contrabando de marihuana, lo que trajo consigo un aumento de la violencia: 125 mil 573 muertos. Y desde enero hasta mayo de 2024 se registraron 5 mil 227 homicidios, para una reducción absoluta de 120 mil 346 en 44 años, que equivale a un 95.83%. Colombia ha experimentado transformaciones sustanciales en su democracia y economía, y las muertes violentas y La Guerrilla se han reducido grandemente, demostrando que los delitos pueden ser controlados.
El Reloj de la Criminalidad de la Corporación Excelencia en la Justicia reveló que en los seis primeros meses de 2024 los hurtos sumaron 168 mil 553, lo que significa que los visitantes deberán tomar medidas preventivas, en mayor o menor medida que si visitaran otros países. Cada día más dominicanos y nativos de otros territorios viajan a esta metrópolis sudamericana para divertirse y relajarse con su altitud (cerca de 8 mil 500 pies sobre el nivel del mar); su diversidad biológica (representa el 10% del planeta), como los océanos (Pacífico y el Caribe), lagos, paisajes montañosos, su clima frío y fresco; sus delicias gastronómicas y su riqueza cultural: historia y arquitectura colonial y moderna, la cumbia y el vallenato, y la hospitalidad de sus habitantes, parecida a la de los dominicanos, todo lo cual se abre campo como oportunidades de negocios.