A nombre de la democracia y la libertad llueven en el país las manifestaciones relajadas en lo más recóndito del territorio, de la que no se escapan las iglesias ni el Palacio Nacional.
Con esa democracia relajada, miles de actos enturbiados e ilícitos han llevado al clímax el asombro con notoria participación de ciudadanos/as de los que hay todavía en todos los niveles sociales que practican los valores y aman a los demás. Extrapolando este preámbulo al congreso nacional, cabe considerar como ruidos innecesarios las polémicas recién escenificadas allí en fogosos debates ante los puntos divergentes de los contenidos del proyecto de ley de Extinción de Dominio, entonces en discusión en sendas cámaras legislativas.
Siendo la democracia muy joven todavía en la República Dominicana que también es joven, la honra y el honor poseído por los legisladores y reconocidos por la población no se cuestionaban. Ahora las excepciones son pocas.
El dime y direte entre los senadores dejó mucho que desear. Se esperaba un lenguaje menos soez, más elevado, menos desafiante, más decente, y más profesional. Parecido ocurrió con los diputados pero fueron más decentes y más conciliadores.
Como se dice, la costumbre hace ley, y más cuando la formación social y académica no ha sido procesada en nuestro recolector de memorias, pues la salida que finalmente se le dio a la legislación en cuestión, se pudo dar en la comisión que analizó el proyecto, lo mismo que en el senado y en cualquier otro escenario, sin necesidad de maltratarse entre sí ni atropellar la vista y la audición de los espectadores.
Fuera aprobado o no, el proyecto de ley que se discutía y la población ansiaba, no había necesidad ni derecho a irrespetarse entre ellos mismos/as ni a los escuchas, pues como se sabe, la pieza legislativa se aprobó sin violencia y sin muchachadas de mala crianza.
Los debates son democráticos y en libertad de expresión, pero con respeto y altura, al nivel de las curules que los votantes les confiaron. Hasta que se supere ese comportamiento tosco y de bajo nivel, los diputados y senadores debieran suprimir la palabra honorable, pues, si lo son no lo aparentan.
Desde ya, los votantes estamos haciendo anotaciones para el 2024 ir a las urnas seguros de votar mejor. Tenemos que aprender, aprender a elegir bien, en democracia, en libertad y con honor.
Lic. Santiago Martinez