La demora para iniciar la evaluación docente ha generado mucha inquietud en sectores legítimamente preocupados por los escasos avances, pese a la cuantiosa inversión, en la calidad de la enseñanza.

Primero se pautó para enero de este año y después abril, pero todavía el proceso no tiene una fecha fija. Aunque lo que más ha habido son entrevistas, el ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, volvió a reunirse con representantes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) para definir el cronograma.

Nada tiene de objetable que se limen asperezas o se despejen las vías siempre que sea en beneficio del sistema de enseñanza.

Pero la verdad es que la ADP, con unas condiciones que rayan en el chantaje, ha sido uno de los principales obstáculos para que se efectúe sin más dilaciones un proceso que ya tiene tres años de retraso.

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La ADP ha planteado hasta que se premie a los profesores que no pasen la prueba con la puntuación mínima requerida.

Con el respaldo de importantes sectores relacionados con la enseñanza, a Educación le ha faltado voluntad para iniciar una evaluación que es tan importante para mejorar el aprendizaje en las escuelas.

En comparación con los cuantiosos recursos que recibe Educación por la asignación del 4 % del PIB, son pírricos los avances que se han obtenido en las evaluaciones internacionales.

El ministro de Educación no debe olvidar nunca que el papel del maestro es fundamental en todo sistema de enseñanza.