Por más que se haya avanzado en la lucha contra el coronavirus no es para que los choferes de carros públicos ni ningún otro sector traten de imponer sus propias normas operativas.
Aunque de seguro en el transporte de pasajeros no se respeta el protocolo sanitario las autoridades tampoco pueden consentir que la gente se apiñe en los carros de concho.
Impuestos a salirse con las suyas por dejadez o las razones que fueren de las autoridades, los choferes anunciaron que volverán a transportar pasajeros como en los tiempos que no existían las restricciones derivadas de la pandemia sanitaria.
Con las nuevas cepas que circulan y la amarga experiencia en otros países las aglomeraciones son un verdadero riesgo para la transmisión del virus.
Hasta que no se apaguen todas las señales no se puede dejar que los choferes ni nadie desacaten el protocolo que se ha dispuesto para contener el contagio de una epidemia que ha causado fuertes estragos en la salud y en la economía.
El retroceso en otros países ha evidenciado que la vacunación por sí misma no es suficiente para frenarla. Tras la amenaza las autoridades deben ser más vigilantes con el transporte de pasajeros.