Diariamente la prensa local ha estado bombardeando a sus seguidores con medias verdades, informaciones tergiversadas o directas mentiras sobre la Ley de Seguridad Social y su aplicación, así como el rol que vienen jugando las ARS y las AFP dentro del sistema. Llamando las cosas por como son, esta campaña de desinformación y propaganda parece tener el propósito de descarriar el Sistema de Seguridad Social logrado en el 2001 y retrotraernos a los fracasados modelos del pasado con un objetivo que aún no queda claro.
Lo que está en juego, y esto debe quedar bien claro, son los casi $600 mil millones de pesos ahorrados por unos 2 millones de dominicanos en sus cuentas de retiro. Y lo que plantean las bocinas de la desinformación es volver a un sistema de reparto, donde el Estado administre esos fondos a su antojo, y que una pensión mínima sea garantizada empleando fondos públicos que actualmente no existen y que requerirían de altos impuestos sobre toda la población para ser pagados.
No existe forma alguna que una AFP pueda quedarse con los fondos de alguno de sus clientes, sea en retiro o por fallecimiento, porque la ley directamente lo prohíbe, pero eso no ha impedido que los Goebbels de la Seguridad Social se desparramen por todos los medios propagando ese mito. Ni las ARS tienen control sobre los descuentos anuales que pueden recibir sus clientes, contrario a lo que algunos han querido desinformar.
Bajo ningún concepto esto significa que la Ley de Seguridad Social está bien o que esta no amerita un cambio. Todo lo contrario, esta requiere muchos cambios y ajustes, ninguno de los cuales son los planteados en la campaña desinformativa, siendo la mayoría de los puntos aspectos que requieren un análisis de alta rigurosidad técnica y que ameritan un debate más allá de lo que un espacio en la radio, televisión o la prensa escrita pueden ofrecer.
Lo que sí resulta inaceptable es que el destino del ahorro acumulado por millones de dominicanos sea sometido a campañitas mediáticas y a fanatismos desfasados por gente que quizás inadvertidamente está desinformada o que a pura consciencia busca desinformar.
Con el tiempo siempre me he inclinado a no atribuir a la malicia lo que puede ser perfectamente explicado por la estupidez, pero la necedad y la persistencia en el ataque por todos los costados a la Ley de Seguridad Social y en particular a los actores que la han hecho posible, a través de mentiras y desinformación profesa, me llevan a pensar que la preocupación por las necesidades del sistema no vienen de un interés honesto de que las cosas mejoren, si no de un deseo no declarado o especificado sobre que hacer con los miles de millones de pesos ajenos hasta ahora acumulados en el sistema.