Por primera vez desde su proclamación el 6 de noviembre de 1844, la Constitución cuenta con un blindaje para dificultar su modificación para consignar la reelección presidencial. Es un paso histórico, pero no el único que necesita la Carta Magna como ley suprema para garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos.
El documento, de cuya primera proclamación se cumplen hoy 180 años, necesita más que alabanzas y la creación de un tribunal que vele por sus principios para cumplir con sus atribuciones. Desde el 6 noviembre de 1844 a la fecha este país ha tenido 40 constituciones. Las modificaciones han sido en su inmensa mayoría para satisfacer intereses políticos.
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Si el documento se hubiera respetado las condiciones de vida de los dominicanos fueran diferentes. Con el ejemplo de la clase gobernante y la aplicación irrestricta de las leyes tiene que fomentarse una cultura de respeto a la Constitución. La frase de que la Constitución es un pedazo de papel, popularizada aquí por el finado expresidente Joaquín Balaguer, tiene que ser extirpada de la mente de la ciudadanía.
Es posible que República Dominicana esté en el mejor momento de su historia para trillar los senderos de la institucionalidad que emanan de un documento que rige todas las actividades. El respeto a la Constitución es la garantía de la seguridad y el orden que son tan fundamentales para el desarrollo social, político y económico de este país.