Editorial

Diálogo digno

Diálogo digno

República Dominicana y Haití iniciaron conversaciones bajo la mediación de Venezuela para intentar despejar diferencias en torno a los efectos de la sentencia del Tribunal Constitucional que fija el alcance jurídico de la nacionalidad. Ese diálogo comenzó en Caracas y habría continuado en Santo Domingo.

Aunque las cancillerías de ambos países han sido más que herméticas en torno a ese escenario dialogante que se dice auspicia el presidente Nicolás Maduro, tal iniciativa debe recibirse como positiva y oportuna, si se lleva a cabo en ambiente de absoluto respeto al fuero soberano.

Desde el mismo día del pronunciamiento de esa sentencia, que tiene carácter de irrevocable, el Gobierno dominicano abrió puertas al entendimiento al subrayar el compromiso de que cumpliría su mandato con sentido humanista y respeto a derechos inalienables.

Es por eso que se define como injusta e irracional la campaña internacional de descrédito que promueven sectores en ambos lados de la isla con la evidente intención de obligar al presidente Danilo Medina a desacatar ese fallo emitido por una jurisdicción legal y legítima del Estado dominicano.

No resulta conveniente que ese ejercicio de diálogo que se dice han iniciado Santo Domingo y Puerto Príncipe se desarrolle en un ambiente de acoso contra República Dominicana que afronta acusaciones y denuncias de racismo y xenofobia ante organismos regionales y mundiales.

Esas conversaciones deberían estar precedidas de una admisión o reconocimiento del derecho del Estado dominicano a organizarse a sí mismo en base a una Constitución política, leyes adjetivas, decretos u ordenanzas, lo que incluye también la fijación de reglas sobre nacionalidad e inmigración.

La Comisión Mixta Binacional Domínico Haitiana, una institución jurídica de consulta y cooperación, sería el mejor escenario para que autoridades de ambos países trabajen en explorar fórmulas que concilien con irrenunciables valores de soberanía, independencia y autodeterminación.

El Gobierno dominicano debería poner como requisito indispensable para participar en ese ejercicio dialogante, que patrocinadores de la cruenta campaña de descrédito contra la República, retiren sus cañoneras diplomáticas, políticas y mediáticas de la riada de Santo Domingo.

 

El Nacional

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